Ya llegó la época en la que la tierra me llama.
En la que todos los sentidos vuelven a mi mente y hacen que mi corazón vaya más rápido y mis ojos se emocionen más facilmente.
Es la época de la familia, de los amigos de siempre, del olor a velas y naftalina, del mirar al cielo y pedir que no haya agua, del silencio en una calle llena a reventar de gente.
Sé que la llamada de la sangre se repite a lo largo y ancho del mundo, que los vínculos que nos unen son suficientemente fuertes como para que te levantes por la mañana con los mismos sonidos en la cabeza, con las mismas ganas de estar allí, en la perla del Duero, en la Zamora del alma.
Este año no me resistiré a la llamada. Mañana me voy a encontrarme con mis sentimientos, con mis recuerdos, con mi gente.
Puede que os traiga imágenes, sentimientos, pero lo sé de antemano, no es posible explicar con palabras lo que siento, sólo viviéndolo, compartiéndolo, se comprende.
Curiosamente no tengo casi fotos de mi tierra. Trataré de subsanarlo estos días. Veremos si lo consigo. ¡Buena Semana para todos!