La realidad es que luego no compro mucho. No tengo el don de los que encuentran chollos en cualquier montaña de ropa y me lo pienso tanto que casi siempre vuelvo a casa con los bolsillos vacíos.
En esta última visita a París fuí por primera vez al Marché aux Puces.
Aunque reconozco que es un sitio un poco turístico y que muy probablemente ya no es lo que era, sigue teniendo ese aire shabby chic que debía tener antaño.
Los vendedores no pueden vestirse más parisinamente y hasta la gente que se acerca a curiosear parece que viniera preparada para la ocasión.
Todo está expuesto de forma casual, pero muy pensada y dan ganas de tocar, mirar y llevarte todo a casa.
Callejeé sin rumbo entre las tiendas que vendían telas antiguas, piezas de juguete, revistas de moda y piezas de oficios antiguos.
Las revistas antiguas me encantan. Creo que no sólo cuentan una historia, sino que algunas de sus páginas pueden ser un objeto de decoración especial.
Además me hizo gracia ver los carretes a granel, tan de moda entre el mundo craft
y hasta tiradores para aquellos que están renovando sus casas.
No pregunté precios, ni regateé. Llegamos a primera hora de la mañana y no quería cargar con mis compras durante todo el día (la cámara ya pesa bastante), pero tengo que volver porque me quedé con ganas de traerme estas letras de imprenta a casa.
Me encantaría decorar mi despacho con mi palabra de este año: LENTITUD, no siendo que con las prisas vaya a olvidarme de ella.
Y vosotros, ¿qué os hubiérais traído?