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Reflexiones cotidianas

La entrada de hoy no quería salir.

Llevaba tiempo creciendo en mi cabeza, cómo esas veces que tiras de un hilo que no sabes dónde te va a llevar, cómo esas semillas que plantas sin saber muy bien qué crecerá. Pero yo sabía que algo grande, aunque sencillo, estaba creciendo en mi interior y sentía la necesidad de sentarme a escribirlo.

flores

Supongo que es otra señal de cambio, otra etapa en el camino de encontrarme con mi misma, porque nada digno de reseñar ha ocurrido en estas últimas semanas. Nuestra vida ha sido un discurrir del trabajo a casa, de fines de semana sin planes, de largas tardes en el sofá sin nada más que hacer que dejar pasar la vida.

Instagram @conchig

Y a pesar de ello siento que algo grande, algo especial está pasando. Que todas las cosas pequeñas que me pasan,  me van llenando y hacen que mi corazón vaya más deprisa, que la sonrisa no se me vaya de la cara y qué sienta este impulso de dejar todo por escrito.

Recordar los amaneceres, cuando Pol se despereza con calma en la cama y hay que darle el desayuno a todos sus amigos los animales antes de que él, entre risas, acceda a beberse su leche.

Instagram Conchig

De esas ganas de contar todo tan deprisa que termina inventándose todas las palabras y tú no te enteras de nada. De las frases con tres o cuatro idiomas a la vez, de empezar a contar en inglés hacia adelante, para seguir contando en castellano hacia atrás. De su cara seria cuando le dice a un niño que llora: "No plores, no pasa res" y de las veces que llega con un cuento hasta dónde tú estás y te dice muy serio: "Senta aquí, contame".

Instagram Conchig

Quiero recordar las conversaciones padre-hijo, esos ratos antes de dormir dónde los dos se cuentan historias y ponen voces a todos los animales que Pol se ha llevado a la cama. Su complicidad, sus carreras y hasta esos ratos en los que se tiran uno encima del otro y temo que se vayan a romper.

felicidad


Su personalidad un poco mandona y sus arrebatos de rabia que se calman cuando te sientas con él y muy bajito le explicas el por qué de las cosas. Ese click que se hace en su cara cuando ha entendido algo es una de las miles de cosas que más me han maravillado desde que nació. Ver la vida de nuevo por primera vez, que las cosas que para mí son viejas sean para alguien nuevas es un regalo para conservar.

melancolía del invierno

Y todo esto, todas esas pequeñas cosas necesito ponerlas por escrito porque no sólo de tristezas y grandes eventos deben estar hechos los diarios, porque la cotidianidad es algo digno de ser recordado.

Por eso, hoy sólo paso a deciros que me siento agradecida por mi vida normal, por no tener nada que contar, ni nuevo que enseñar. Porque a veces es necesario parar y no hacer nada para ser inmensamente feliz. Sólo eso.

leemos


Esta entrada va dedicada a Rebeca, que sembró la semilla de este post desde su #vietnamdeazucar y por supuesto a mis dos chicos y medio, que cada mañana me saludan con la mejor de las risas y cada noche me cuentan el mejor de los cuentos antes de meterme en la cama.

Un apartamento en Copenhagen

Siempre que busco alojamiento para las vacaciones voy en busca de algo diferente, de algo un poco especial que termine de redondear la experiencia de visitar un sitio nuevo.

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No me refiero a hoteles de 5 estrellas o a sitios excesivamente caros, sino a apartamentos u hoteles que reflejen la forma de ser de la gente, el estilo de vida, una manera de acercarnos desde una perspectiva un poco menos turística al lugar que visitamos.

Además desde que Pol nació, sé que pasaremos largos ratos ahí, que todo no puede ser patear la ciudad o salir a cenar cada noche, así que necesitamos una base de operaciones en la que todos estemos agusto y el apartamento de Copenhagen cumplió absolutamente todos nuestras expectativas.

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El apartamento está ubicado en Nørrebro, uno de los barrios céntricos de Copenhagen, lleno de familias jóvenes, zonas verdes (aunque la verdad es que hay parques por todos los sitios), restaurantes con estrellas michelin y baretos con terrazas a pié de calle, tiendas con encanto y mucha, mucha vidilla.

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Aunque es una apartamento muy espacioso dividido en dos plantas con un pequeño altillo, no está pensado para albergar a muchísima gente. De hecho, a diario, viven una pareja con su hija de 3 años, con lo que está especialmente indicado para familias con niños o parejas que busquen algo especial y amplio.

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La planta de arriba es tipo loft con espacio para cocinar, relajarse y jugar. Está decorada con estilo 100% escandinavo: sencillez, colores claros, líneas puras y muebles de diseño, pero con muchos detalles japoneses porque la dueña tiene ascendencia de esa parte del mundo. Además es el último piso (sin ascensor, eso sí) y las claraboyas hacen que esté siempre bañada de luz (del sol o las estrellas). Un placer de sitio, vamos.

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En la planta de abajo están los dormitorios y el baño. Está decorada de forma más utilitaria, aunque llena igualmente de detalles. Además da a un patio interior bastante grande con columpios para los niños, una zona de barbacoa y bancos para sentarse, así que por las mañanas, mientras nos desperezábamos abríamos la ventana para escuchar como se iba despertando el barrio.

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A los tres nos encantó la experiencia, tanto que Pol decía que esa era su casita. Estaba encantado con la cantidad de juguetes, el espacio que tenía para jugar y la vida de la ciudad.

A nosotros nos encantó el piso no sólo por la decoración y la ubicación, sino porque se notaba que era un hogar dónde vivía una familia con una forma de ser muy parecida a la nuestra. Además, Sven, el dueño, nos dio un montón de recomendaciones para sitios dónde ir por el barrio: como la panadería encantadora que os enseñé aquí o un par de restaurantes de alto copete dónde no nos miraron con cara extraña cuando fuimos a cenar con un niño pequeño y su carrito.

Definitivamente un lugar dónde volver y 100% recomendable.

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Vacaciones de Invierno

Acabamos de volver de nuestras vacaciones de invierno. Esta costumbre tan nórdica que adoptamos hace algunos años y que dudo vayamos a abandonar.

No solemos irnos tan pronto, pero eran las únicas fechas que cuadraban en el calendario entre picos de trabajo y recomendaciones médicas, así que por asegurarnos algo de buen tiempo, pusimos rumbo al sur y establecimos nuestra base en Tarifa.

Han sido días de disfrutar de amaneceres

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y de atardeceres

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De visitar mercados, de mezclarnos con los lugareños 

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y de largas sobremesas con los dueños de los locales, que estaban vacíos de foráneos y llenos de extranjeros que no hablaban nuestra lengua.

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Ha habido días de playa


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Me quedé sin tarjeta en la cámara y tuve que tirar de móvil. Sin duda, uno de los mejores momentos de las vacaciones.

y días de lluvia.

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Foto sacada con el móvil

Dicen que ha sido la semana más fría y dura de todo el invierno, pero hemos vuelto enamorados de Cádiz, de sus paisajes, de su vegetación y de su gente. Seguro que volveremos.

Ahora, de vuelta al país del invierno, me quedo con esas mañanas perezosas en las que Pol nos contaba las historias de los que pasaban por la calle. Su lengua de trapo, sus historias sencillas pero con ese punto diferente y sus ganas de conocer llenan cada día de momentos maravillosos.  No los olvidaremos nunca.

desde la ventana
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