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Un calendario de Adviento portable

Llega Diciembre y el aire se llena de olor a Navidad.

Es una de mis épocas favoritas. Me gusta el olor a pino, a chocolate caliente, a día frío y a velas. Soy de las locas que al escuchar un villancico no pueden evitar poner una sonrisa de felicidad y me encantan las comidas con mucha gente y las casas llenas de barullo.

Me encantaría que mis peques heredaran ese sentimiento navideño y vamos a empezar diciembre como se merece, con un Calendario de Adviento.

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Cada año me "complico" la vida para preparar un calendario bonito, con sus 24 casillas, que luego terminamos dejando atrás cuando salimos de viaje para visitar a la familia. Hasta ahora Pol no había entendido mucho, pero este año no estoy dispuesta a llevarme la mitad de viaje por Europa, así que me puse a pensar cómo podía hacerlo de manera que ocupara poco y pudiera meterlo en la maleta.

Además lo quería un poco grande. Quería llenarlo de libros y de cosas útiles, como calcetines, pijamas o guantes que nunca vienen de más y las cajas pequeñas no me resultaban muy útiles para eso.

Instragram Conchig

La solución fue sencilla y os la enseño por si estáis a última hora sin calendario o, si como nosotros, viajáis a medio mes de un lado a otro y necesitáis algo que podáis llevaros sin problema en la maleta.

Sólo necesitáis una bolsa de tela, un poco de imaginación para decorarlas navideñamente, una cuerda o una cinta y 24 números.

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Como sigo con el tema de los calcetines y estoy rodeada de fieltro, decidí decorarla como si fuera un reno. Dibujé una cornamenta en una hoja para que me sirviera de patrón y después de recortar la silueta, los rellené de guata y los cosí a la bolsa. Como nariz utilicé un pompón de lana.

Para hacer los números, imprimí y recorté unos bonitos que encontré por Internet, pero he visto algunos preciosos ya hechos, como estos de Hola Mamá, que también quedarían genial.

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La idea es llenar la bolsa cada noche con uno o varios paquetitos e ir moviendo el número según pasan los días.

No todos los días hay paquete para todos. Pol y Marc tienen paquete un día sí, un día no. El resto de los días nos los repartimos entre Jaume y yo, siguiendo nuestra tradicción de regalarnos cosas "inmateriales" que a veces hacen más ilusión que una caja de bombones: una cena para dos, una tarde para uno mismo, dos entradas para el cine,..., pequeñas cosas que siempre te hacen sonreír.

Mañana empezamos con un libro de villancicos en el idioma del país de Papá Noel, a ver si así somos capaces de abrir la boca el día de la fiesta de Navidad.

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Ya os contaré.

¿Nos contáis como es vuestro calendario de Adviento?

Calcetines que despiertan sonrisas

Entre las muchas cosas buenas que me ha traído internet está Sylvia.

La conocí a través de la fotografía y conecté con ella como si hubiéramos sido amigas toda la vida. Curioso para dos personas que todavía no se han visto físicamente cara a cara, pero real como la vida misma.

Sylvia no es médico pero trabaja para un Hospital y en Febrero de 2011, mientras visitaba el ala de oncología infantil del hospital de Oxford, decidió que quería llenar de color el mundo de los pequeños enfermos de cancer.



Creó una asociación, conKerr Cancer Oxford y durante el año ella y sus voluntarios cosen coloridas fundas de almohadas para que cuando los niños ingresen puedan tener algo propio y diferente, algo lleno de color. 

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El primer almohadón. Foto de Sylvia Rueda.

Yo coser sé muy poco, así que cuando se le ocurrió la idea de llevarles calcetines llenos de regalos para Navidad, supe que allí iba a poner mi granito de arena.

Coser un calcetín navideño es muy fácil, incluso para la que tiene tres manos izquierdas para la costura como yo. Además es divertido y muy creativo y, sobre todo, es uno de esos pequeños gestos que hacen felices a los demás.

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Sylvia tiene dos tutoriales para los que no somos "los Cocó Chanel" de la costura: uno con el patrón y otro explicando cómo coser los bordes. Yo los miro y los remiro todos los años porque sigo sin perfeccionar la técnica.

Lo que más me divierte es decorarlos, así que este año he decidido inspirarme en libros e ilustraciones infantiles porque al fin y al cabo, son niños los que recibiran los calcetines.

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Calcetín a medio hacer.

El año pasado llegaron 123 calcetines y no sólo recibieron calcetines los niños de la planta de oncología, sino todo el hospital e incluso pudieron mandar algunos a un hospital de Londres.


Christmas stockings for all the children
Foto de Sylvia Rueda

Siempre he pensado que la sonrisa de un niño vale millones, pero la de un niño enfermo y sobre todo en Navidad, debe valer mucho más.

Si te animas a colaborar con Sylvia, o si conoces algún proyecto parecido en el que podamos ayudar, cuéntanoslo en nuestro mail: cosasquepasanenhelsinki@gmail.com. Te mandaremos la dirección postal a la que hay que enviar los calcetines o divulgaremos vuestra pequeña gran acción solidaria.

Aquí ya empieza la Navidad.

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Una oda a la amistad: #eltupperenBcn

Lunes por la mañana.

Segundo café del día, lavadoras puestas, primeras siestas y salidas tempraneras hacía la guardería y el trabajo.

En mi pequeño momento del día, me siento a pensar en la amistad, en los viajes y en las distancias que nunca son largas, ni cortas, sino del tamaño de las personas que las sienten en cada momento.

Hace tiempo que teníamos planificado este viaje relámpago. Un viaje puramente familiar, que por la magia de 9 personas muy especiales, se convirtió también en un encuentro de amigas.


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Amigas que no sólo se amoldaron a mis fechas y a mis horarios, sino que aceptaron a un undécimo miembro del grupo que siempre recordará haber pasado un fin de semana en compañía del Club del tupper.

Esta vez no miré todo lo que pasaba a través de una lente o lo comenté a través de un teléfono móvil, simplemente me senté con un bebé en brazos y disfruté de las conversaciones en las que todas nos quitábamos la palabra, de las reflexiones llenas de normalidad y de unas personas rebosantes de creatividad.


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Foto de Angie. Gracias por pillar un momento mágico sin que me diera cuenta.

Es increíble como 10 personas tan sumamente dispares pueden crear un círculo tan armonioso y complementario. Me encanta ver como celebramos los éxitos, jaleamos los nuevos proyectos y nos levantamos para dar un abrazo siempre que la ocasión lo requiera, porque aunque a veces no lo parezca, no dejamos de ser un grupo de personas normales con sus altos y sus bajos, sus alegrías y sus penas.

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En breve volveré para recomendaros el Hotel dónde nos hospedamos o hablaros del halo especial que desprende Neus y sus talleres en Crea, Decora y Recicla. Os contaré también las ganas que tengo de volver a Mercantic o que no tenéis que perderos el Van Van Market allá dónde vaya por su ambientillo y por la comida tan riquísima que sirven.

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Pero eso será otro día. Hoy me quedo con mis chicas, con la positividad aplastante de Lucía, el estilazo de Rebeca en todo lo que toca y con el iceberg creador de Arantxa, porque aunque ella aún no quiera verlo, es un universo increíble por descubrir.

Sonrío pensando en la creatividad sin límites de Bea, en el don de Paula para descubrir lo que nadie ha visto todavía, para reinventarse y seguir adelante  y con ese terremoto que causa Marta, nuestra Leonardo, en la que no se cumple la máxima de aprendiz de todo, maestro de nada, porque todo lo hace con absoluta maestría.

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Y no me olvido de súper Mery y de su don para transformar una sala en un palacete con dos palos y tres piedras, de la dulzura que rodea a Bego, tremendamente especial y de sensibilidad ilimitada,  y de la sencillez y generosidad de Angie, una de las personas más grandes que he conocido, con corazón indómito y creativo, pero con la cabeza puesta en su sitio a fuerza de crecerse frente a las adversidades de la vida, que no son pocas, ni pequeñas.

Un lujo de amigas, mis amigas.

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Foto de Lucía

Otro plan con niños: Ratikkamuseo - Museo del tranvía

Es curioso, pero a veces los museos no tienen que ser gigantes para ser un buen plan.

Y eso le pasa al Ratikkamuseo, uno de los museos favoritos de Pol.

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El museo del tranvía está en una nave enorme justo enfrente del Korjaamo, pero sólo una pequeña "callejuela" está dedicada al museo.

Está abierto todos los días de la semana, algo bastante conveniente en los domingos lluviosos y es el paraíso de los niños pequeños con mucha imaginación y amor por los trenes y los tranvías.

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Básicamente son tres tranvías antiguos en los que los niños pueden jugar: subir, bajar y pretender ser el revisor, el conductor o un simple pasajero.

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Teóricamente no se puede correr o levantar la voz, pero el sitio está casi siempre vacío y yo creo que el cuidador del museo hace un pelín la vista gorda, aunque entre nosotros, los niños por aquí tienen el nivel del sonido a medio gas, vamos que no suelen chillar mucho (será el clima).


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Tienen una pequeña exposición con fotos antiguas, vídeos y trajes antiguos que es entretenida para los adultos y bancos para sentarse mientras ellos corretean.

La nave puede alquilarse para eventos, a veces se utiliza para conciertos y los adultos amantes de los trenes, pueden comer en el japonés que comparte ubicación con el museo y que es bastante recomendable. Eso sí, lamentablemente el restaurante está cerrado los domingos, así que nosotros solemos terminar disfrutando del brunch del Korjaamo, que os recomendé la semana pasada.

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Un plan muy recomendable, palabra de Pol.






Ratikkamuseo - Museo del tranvía
Töölönkatu 51

Abierto todos los días de 11 a 17
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