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Cosas que me hacen feliz (6)
No hay nada que me haga más feliz que la llegada de la Navidad.
Volver a casa como el turrón, decorar la casa, preparar fiestas, ver a gente que llevas todo el año sin ver y tantas otras cosas más.
Mi calendario de Adviento está listo y preparado para ser colgado, me he comprometido en organizar la decoración de la fiesta de Navidad de mi empresa (loca que está una) y ya tengo mi lista de regalos comenzada.
La Navidad está a la vuelta de la esquina.
¿Cómo la preparáis vosotros?
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momentos que me hacen feliz
Christmas socks
Hoy el post tiene pocas fotos buenas mías pero es por una buena causa.
Vengo a contaros un proyecto en el que me he embarcado. Algo pequeño, pero que puede hacer sonreír a muchos niños el día de Navidad.
Sylvia es una de mis amigas virtuales pero muy, muy reales. Es una chica valenciana que, como nosotros, lleva media vida viviendo en el extranjero. Ahora vive y trabaja en Oxford y es allí dónde se le ocurrió montar una pequeña ONG desde dónde ayudar a los niños con cancer que pasan largas temporadas en el hospital.
Su proyecto es muy sencillo pero muy, muy efectivo. Durante el año cose fundas de almohadas alegres y de muchos colores. Las fundas de almohadas las lleva al hospital de Oxford y cada niño que entra ingresado puede elegir su propia almohada. Especial, diferente y sólo suya.
Foto de Sylvia Rueda
Esta almohada es de Lilly, la primera niña que escogió almohada en el hospital John Radcliffe de Oxford.
Yo ya os he contado que no sé coser. Nada (bueno ahora con su ayuda un poquito), así que el proyecto de las almohadas se me hacía muy grande.
Pero Sylvia, que nunca deja de sorprenderme, decidió dar un paso más y hace ya tres Navidades se le ocurrió la idea de coser calcetines navideños y llevarlos al hospital para que los niños los colgaran de su cama esperando que Papá Noel los llenara de regalos.
Y ahí fue dónde me animé. Cogí hilo y aguja (y algo de pegamento para tela, no os voy a mentir) y el año pasado tres calcetines salieron desde Finlandia rumbo a algún niño del hospital de Oxford.
Este año ya he empezado a cortar, coser y decorar. Sigo siendo igual de mala con la aguja, pero me hace mucha ilusión colaborar en este proyecto.
Como a mí me llenó tanto, he decidido compartirlo entre la gente que conozco, cuantos más calcetines, más niños disfrutarán la Navidad.
Jaume ya se ha apuntado al carro y ha prometido hacer uno, pero mi "momento feliz" de la semana pasada fue saber que un grupo de gente de mi trabajo había decidido unirse a mí para coser calcetines y poder mandárselos a Sylvia.
Y aquí estoy, invitándoos a qué participéis. A qué paséis un rato divertido en familia o entre amigos cosiendo calcetines.
Si sois como yo, de los que queréis ayudar pero no habéis cogido una aguja en la vida, no os preocupéis, aquí y aquí podéis ver paso a paso cómo hay que hacer los calcetines (y aunque quede entre nosotros, siempre quedará el tejido autoadhesivo y el pegamento para tela).
Además si os va el punto o el ganchillo, también podéis animaros La creatividad es el límite.
Para mandarlos sólo tenéis que poneros en contacto con Sylvia dejando un comentario con vuestro mail en este post y ella os mandará la dirección.
Y si alguno de vosotros conoce algún otro tipo de asociación u organización que organiza proyectos solidarios de este tipo, dejar un comentario en este post. A lo mejor entre todos podemos hacer que muchos más niños sean un poco más felices esta Navidad.
Yo me voy a terminar de rematar mi primer calcetín, pero si os apetece saber más de Sylvia, yo le echaría un vistazo a este artículo que escribieron sobre ella en una de mis revistas online favoritas.
¿Os animáis a coser?
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manos
Anormalidades cotidianas
Anoche, cuando me acostaba como las gallinas debido al cansancio acumulado de la semana, me dí cuenta de las muchas cosas que no consideramos imprescindibles o importantes, pero que cuando se salen de nuestra normalidad nos suponen un problema.
Yo creo que estaba en mi inconsciente, pero nunca lo había considerado un tema importante hasta ahora.
Aquí, llegado Noviembre es absolutamente imprescindible tomar complementos de vitamina D. Por mucho que sigas una dieta sana basada en pescados grasos, cereales, huevos y lácteos (me lo tengo todo estudiado), tienen comprobado que sin el complemento es muy difícil llegar a los niveles que necesita el cuerpo humano.
De ahí que las alergias y las intolerancias alimenticias estén a la ordén del día entre niños y mayores. Como consecuencia, los supermercados están llenos de productos sin glutén, sin lactosa, sin huevos, sin azúcar y sin muchos otros más componentes que provocan alergias habitualmente. Y no hablo de tiendas de delikatessen, no, hablo del súper de la esquina y de la tienda de toda la vida.
Para que os hagáis una idea, no es la primera vez que me traigo un producto a casa guiándome por la foto y algún amigo de visita me pregunte extrañado quién de nosotros tiene algún tipo de intolerancia.
La normalidad es tal, que esos productos ni si quiera tienen un apartado determinado en el supermercado, como los infantiles o los de dietas.
A mí todavía me cuesta pensar en ello en nuestra vida diaria, sobre todo cuando llevo galletas para el colegio del Pol o cuando preparo alguna fiesta. De hecho en el cumpleaños de Pol tuve que preparar una esquina especial a última hora porque una de sus amiguitas es celíaca con intolerancia a la leche y a la proteína de los huevos y a mí se me había pasado.
Para los demás es tan habitual que no es extraño encontrarte hablando con un grupo de gente en una fiesta y que alguien te dé chocolate sin lactosa y consejos sobre intolerancia a la lactosa todo al mismo tiempo.
Sé que es la necesidad la que les ha llevado a esta normalidad, así que me alegro mucho de que gracias a estos productos los niños y futuros adultos puedan disfrutar de una mejor calidad de vida y de una infancia casi normal.
Después de esta píldora de vida típica finlandesa me voy con Pol a jugar pero antes os dejo con un consejo que aprendí aquí en mis primeras visitas al parque y que considero muy útil para cualquier circunstancia: "Nunca ofrezcáis nada de comer a un niño, sin preguntarle primero a sus papás." Aunque parezca una tontería, no sabéis la de alivios que me ha dado en estos dos últimos años.
Nos vamos a sacar a las vacas a pasear. ¿Os venís?
¿Sabéis que la falta de luz provoca cansancio, apatía, depresiones y muchas intolerancias alimenticias?
Yo creo que estaba en mi inconsciente, pero nunca lo había considerado un tema importante hasta ahora.
Aquí, llegado Noviembre es absolutamente imprescindible tomar complementos de vitamina D. Por mucho que sigas una dieta sana basada en pescados grasos, cereales, huevos y lácteos (me lo tengo todo estudiado), tienen comprobado que sin el complemento es muy difícil llegar a los niveles que necesita el cuerpo humano.
De ahí que las alergias y las intolerancias alimenticias estén a la ordén del día entre niños y mayores. Como consecuencia, los supermercados están llenos de productos sin glutén, sin lactosa, sin huevos, sin azúcar y sin muchos otros más componentes que provocan alergias habitualmente. Y no hablo de tiendas de delikatessen, no, hablo del súper de la esquina y de la tienda de toda la vida.
Para que os hagáis una idea, no es la primera vez que me traigo un producto a casa guiándome por la foto y algún amigo de visita me pregunte extrañado quién de nosotros tiene algún tipo de intolerancia.
La normalidad es tal, que esos productos ni si quiera tienen un apartado determinado en el supermercado, como los infantiles o los de dietas.
A mí todavía me cuesta pensar en ello en nuestra vida diaria, sobre todo cuando llevo galletas para el colegio del Pol o cuando preparo alguna fiesta. De hecho en el cumpleaños de Pol tuve que preparar una esquina especial a última hora porque una de sus amiguitas es celíaca con intolerancia a la leche y a la proteína de los huevos y a mí se me había pasado.
Para los demás es tan habitual que no es extraño encontrarte hablando con un grupo de gente en una fiesta y que alguien te dé chocolate sin lactosa y consejos sobre intolerancia a la lactosa todo al mismo tiempo.
Sé que es la necesidad la que les ha llevado a esta normalidad, así que me alegro mucho de que gracias a estos productos los niños y futuros adultos puedan disfrutar de una mejor calidad de vida y de una infancia casi normal.
Después de esta píldora de vida típica finlandesa me voy con Pol a jugar pero antes os dejo con un consejo que aprendí aquí en mis primeras visitas al parque y que considero muy útil para cualquier circunstancia: "Nunca ofrezcáis nada de comer a un niño, sin preguntarle primero a sus papás." Aunque parezca una tontería, no sabéis la de alivios que me ha dado en estos dos últimos años.
Nos vamos a sacar a las vacas a pasear. ¿Os venís?
Cosas que me hacen feliz (5)
Ver a los pájaros alimentarse desde mi ventana.
El invierno está a la vuelta de la esquina y los árboles ya nos dejan ver el mar.
No sé si emigrarán o si planean quedarse, mientras tanto dejaremos que nos alegren las mañanas y ensayaremos muchos pio, pio.
Ya os iremos contanto.
#cosasquemehacenfeliz
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momentos que me hacen feliz
Declaración de intenciones
Después de haber aprovechado al máximo el tiempo de disfrutar del sol y de la luz, llega el tiempo de quedarse en casa, de preparar meriendas con los amigos o de aprovechar para plasmar toda la inspiración acumulada en algo real.
Eso es lo que hice el fin de semana pasado. Llevaba tiempo queriendo mandarle un regalito a un niño muy especial y aprovechando que llovía y hacía frío, saqué los sellos de Pol, la tinta y un papel kraft y me dispuse a preparar un papel de regalo diferente y único.
Cuando es de noche, tiro de la cámara del teléfono. Esta la saqué con Instagram.
Como el paquete había que mandarlo por correo, utilicé el papel para forrar una caja.
Dentro de la caja, metí una guirnalda que espero que adorne una esquinita de la habitación de Jaime. No es perfecta, pero la hice con todo mi cariño.
Como soy un desastre, no saqué fotos en condiciones del paquete presentado, pero utilicé un papel de seda de paraguas (muy a tono con la ciudad donde nació Jaime, Bruselas) y lo cerré con una cinta de puntilla combinada con hilo azul.
La verdad, no pensaba enseñároslo, de ahí la falta de fotos decentes, pero luego pensando hoy en qué contaros, me ha parecido que de cara a la Navidad, esa época llena de regalos y compromisos, era un buen ejemplo de como salirse de lo esperado, de lo fácil.
Por eso, estas Navidades yo voy a hacer caso a Merche y voy a regalar cosas hechas por mi misma o por emprendedores, frente a los que me quito el sombrero todos los días, sea dicho de paso.
foto de Merche Grossomodo
Estoy empezando a hacer mi lista y promete.
Mientras tanto os dejo con una foto de las que saqué esta mañana para el catálogo de otra emprendedora, mi amiga Helena.
Me encantan sus bolas de Navidad y sus estrellas. Para colgarlas en una rama de un árbol o para decorar nuestro árbol de Navidad. Ahora que Pol encontrará muy divertido redecorarlo a cada rato, no encuentro una decoración más adecuada para el gusto de ambos.
Para ver más fotos de la sesión de hoy, tendréis que pasaros por White Sheep. Seguro que encontraréis algo que os alegrará la Navidad.
Para ver más fotos de la sesión de hoy, tendréis que pasaros por White Sheep. Seguro que encontraréis algo que os alegrará la Navidad.
Yo sigo haciendo mi lista emprendedora, si os apetece que os dé ideas, no dejéis de decírmelo en los comentarios. Prometo compartir mis regalos favoritos, aquí o en facebook.
Hagamos de esta Navidad algo muy especial para todos.
Hagamos de esta Navidad algo muy especial para todos.
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manos
Cosas que me hacen feliz (4)
Que la lluvia sea más sinónimo de diversión que de tedio.
¿Hace unos saltitos?
Todo esto a la vuelta de casa. Un paraíso
Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva,....
#momentosquemehacenfeliz
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momentos que me hacen feliz
Fernando y Laura (I)
Lo sé, han pasado siglos desde que mi hermana se casó, pero es que hasta ahora no había tenido tiempo de ponerme en serio a hacer fotos y enseñaros todos los detalles.
Una de las primeras cosas a las que les ayudé fue a preparar su invitación de boda.
Cuando se pusieron a buscarla no había ninguna que les llamara especialmente la atención o con la que se identificaran, así que me ofrecí a diseñarla y si daba la casualidad de que acertaba, a hacérsela.
Muchas veces cuando vemos todas esas invitaciones bonitas en internet tendemos a pensar que es fácil hacerlo, pero nada más alejado de la realidad. Una invitación es la presentación de lo que va a pasar el día de la boda y aunar los gustos de dos personas no siempre es tan sencillo como lo pintan.
Lo primero que ellos tenían claro es que querían que la invitación tuviera una foto de ellos.
No era lo que yo había planeado, yo pensaba en algo más sencillo, pero era su boda y yo me había ofrecido a diseñar una invitación que hablara de ellos y no de mí, así que me puse a pensar.
Mientras tanto me recorrí todas las papelerías de Helsinki. Compré papeles de diferentes texturas y colores, pero ninguno me gustó tanto como el papel kraft.
Aunque esté de moda, no deja de ser un papel poco "vestido" y necesitaba acicalarlo para la ocasión, así que empecé por diseñar un sello personalizado que hablara de ellos, de la fiesta que querían celebrar.
Me gustan las fiestas con confetti, así que después de aprender a crearlo (sin mucho éxito con la elección de los colores) este fue el logo elegido.
Lo pedimos a G&P, o lo que es lo mismo a Marta de Gris Berenjena y María de escarabajos, bichos y mariposas.
Y nos lo mandaron raudo y veloz así de bien presentado.
Aquí podéis ver más fotos de la presentación.
Decidimos utilizar tinta blanca para estamparlo. La combinación blanco y kraft me parece muy elegante y tengo que reconoceros que me llevé un pequeño chasco cuando aprendí que con una impresora no se puede imprimir en ese color (principiante e ignorante que era una)
Así de festivo, a la par que elegante quedó la parte de atrás del sobre:
Lo de fuera estaba listo, pero nos quedaba lo más importante, la invitación.
Teníamos el problema de encontrar la foto que hablara de ellos y el hecho de que vivamos a unos cuantos miles de kilómetros de distancia no facilitaba la cosa. Seguían sin encontrar fotógrafo y aunque a mí me hubiera encantado hacérselas, la logística complicaba mucho las cosas.
Hasta que se nos ocurrió una cosa, ¿por qué no utilizábamos fotos que ya tenían y con las que ellos se identificaran?
Os presento a Fernando y a Laura y uno de los muchos modelos de su invitación, porque sí, tuvieron muchos modelos de invitaciones diferentes.
Ya hacían buena pareja a los tres años, ¿a que sí?
Las fotos las pidieron a Moo, una imprenta on-line que se dedica, entre otras muchas cosas, a imprimir lo que quieras en este formato pequeño. Puedes imprimir si quieres una cosa diferente en cada tarjeta, siempre que lo que imprimas en el revés no varíe.
En su caso, eligieron varias fotos de cuando eran pequeños, tratando de que las edades y las situaciones fueran parecidas y en el revés imprimieron sus datos personales. Así nos quitamos de un plumazo el problema de decidir dónde poner su teléfono y su e-mail en la invitación.
Con la tipografía nos pusimos enseguida de acuerdo, pero dimos mil vueltas a la cinta que la adorna. Yo les sugerí una especie de puntilla vintage que combinaba el crudo y el rojo, pero a Fernando no le van las puntillas, así que terminaron decidiéndose por una rafia roja que le daba el punto que le faltaba a la invitación.
Para terminarla , decidieron presentar a los invitados la iglesia dónde se iban a casar. Es una iglesia preciosa, muy pequeña y que actualmente no está abierta al público, así que no estaban seguros de que todo el mundo la conociera. Para orientarlos, imprimimos un mapa dónde marcamos los dos sitios importantes: la iglesia y el restaurante. Estaban unidos por pequeñas pisadas que marcaban el camino a pié entre ambos sitios.
Además, decoramos el interior del sobre con una foto vintage de la iglesia.
Para terminarla , decidieron presentar a los invitados la iglesia dónde se iban a casar. Es una iglesia preciosa, muy pequeña y que actualmente no está abierta al público, así que no estaban seguros de que todo el mundo la conociera. Para orientarlos, imprimimos un mapa dónde marcamos los dos sitios importantes: la iglesia y el restaurante. Estaban unidos por pequeñas pisadas que marcaban el camino a pié entre ambos sitios.
Además, decoramos el interior del sobre con una foto vintage de la iglesia.
Y ya quedó lista para ser repartida.
Tengo que reconocer que me lo pasé pipa diseñándola, así que no quita que siga haciéndolo en el futuro.
Mientras tanto, os dejo con todo el conjunto completo y me quedo con la satisfacción de saber que la invitación era un trocito de ellos y la presentación de lo que luego sucedió. Una fiesta clásica, pero con su toque diferente y sobre todo muy, muy especial.
¡Que la vida os sonría cada día!
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