Después de los excesos, los turrones y el atracón familiar, el día que la ropa sucia se acomoda en la lavadora, ese mismo día que decidís quitar el árbol, ese mismo día, vuestro cuerpo aterriza en eso que todo el mundo llama "nuevo" año.
Pues bien, mi árbol sigue en pie y mi lavadora ha visto ya mucha ropa (aunque hoy he descubierto que hay una maleta sin deshacer que ya está guardada en el armario de las maletas), pero hoy es mi primer día "normal" en mi 2015 y así queda inaugurado.
Volvimos de España con el peque "constipado". Lo veíamos muy mustio, así que nada más bajarnos del avión nos fuimos directos al "doktó" (Pol dixit) y de allí al Hospital, dónde montamos nuestra "nueva casita" por una buena semana.
Durante muchos días nuestro salón fue el área de espera del Hospital.
Pol no podía subir a planta, así que nos turnábamos para que yo pudiera bajar a jugar, leer, besarle y abrazarle un rato.
No tengo palabras de agradecimiento para el ala K12 del Hospital de Helsinki. A pesar de estar aislados, nos sentimos en todo momento acompañados y bien atendidos. Aprendimos nuevas canciones y juegos y aún rodeado de cables y medicamentos, Marc sonreía feliz a todo aquel que se acercaba.
Nuestro pequeño superhéroe, ese al que no le gustan ni las cucharas, ni las jeringuillas, robó algunos corazones antes de volver a casa y aún lo tenemos recuperándose sin prisa, pero sin pausa.
Los abuelos, benditos abuelos, volaron al rescate y hemos tenido carreras de caballos, croquetas y cinco lobitos hasta el sábado por la tarde que ellos volvieron a la normalidad de su nuevo año.
Así que hoy, orgullosa después de haber ganado la guerra del antibiótico (mamá nerviosa 1 - bebé aspersor 0), me siento a escribir mis propósitos de nuevo año.
Escribirlos, porque decidida ya estaba después de que mi admirada Leticia proclamara los suyos a los 4 vientos. Porque si en el 2013 comencé a tomarme la vida con calma y en el 2014 empecé a rodearme más de cosas bonitas que de simples cosas, el 2015 quiero dedicarlo de lleno a los verbos que comienzan con D.
Porque 2015 va a ser un año de descubrir. De ver lo que es viajar por el mundo en esta familia de 4, de disfrutar a través de sus ojos (y de los nuestros) de las primeras veces, de las pequeñas y de las grandes cosas que pasan.
Ahí, reflejada en sus ojos, está la que escribe y suscribe.
Nos divertiremos como niños y si ellos nos dejan descansaremos y dormiremos.
Y quiero que sea el año de dedicar. Dedicarme tiempo a mí, para no ir a veces con los calcetines desparejados de la prisa o llevar los gorros calados hasta las cejas porque no encuentro el momento de depilarlas. Pero sobre todo dedicar tiempo al nosotros, porque sé que es posible volver a ser dos, a pesar del trabajo, los niños y lo lejos que tenemos a los abuelos.
Y por supuesto soñaremos, porque de algo tiene que vivir en un mundo multilingüe y con D se escriben nuestros futuros proyectos, pero también los ratitos en los que dejas volar la mente y el tiempo vuela.
Vivamos el 2015 con D y empecémoslo cuando nos dé la gana.