Cumplimos 2

Entre las muchas cosas que tengo en el tintero, está contaros como fue el cumpleaños de Pol.

Los que nos seguís en facebook o en twiter, ya sabéis que perdí (borré) las fotos que saqué ese día, así que esta vez sólo nos quedaran de recuerdo unas pocas fotos que saqué mientras montaba la fiesta con la cámara compacta. ¡Menos es nada!

Era una fiesta de coches, porque a Pol no hay nada que más le guste que los "autos", que es como se dice coche en la lengua que más escucha a diario. Así que después de inspirarme por la red, Jaume y yo nos pusimos manos a la obra a prepararla.

Lo primero fueron las invitaciones. Aquí se estila mucho invitar por e-mail, pero yo soy de la vieja usanza y, aunque pasamos una par de días durmiendo pocas horas, nos lo pasamos pipa montando las invitaciones.

Se me pasó que aquí las cosas se planean con meses de antelación, 

así que terminamos haciendo las invitaciones deprisa y corriendo 

porque llegaba el día y aún no las habíamos entregado. Upps!

Como su cumple coincidió con la vuelta de vacaciones y la vorágine de la mudanza, decidimos aprovechar y montar coches "de verdad" con las cajas vacías que nos iban sobrando.

Montamos un coche por niño, exactamente 14 y aunque quede fatal decirlo quedaron chulísimos. Las ruedas y el volante giraban y no había ni uno igual.

Foto mala, pero es lo que hay.

Los dibujos que imprimí son de Ingela Arrhenius y Bora Illustraties.

Los colocamos a la entrada de casa, aparcados en batería, con un fondo que imitaba una ciudad y una guirnalda enorme que decía feliz cumpleaños. (Mejor dicho, happy birthday, porque inglés es el idioma que utilizamos habitualmente)

Calidad malísima, pero os hacéis una idea, ¿no?

Esa ciudad tan bonitísima es de Laura Amiss

Preparé varias áreas diferentes para colocar la comida.

La primera en una pared del salón y a dos alturas (los peques también tienen derecho a llegar fácil a los ganchitos).

La mesa estaba a medio montar y no tiene nada que ver con cómo quedó al final :(

Un coche gigante de cartón presidía la mesa, con otra guirnalda de cumpleaños decorada con dibujos de coches.

La segunda mesa, la de los adultos, la coloqué en la zona de comedor de la cocina, que se comunica con el salón por una puerta corredera (otro día os hago el tour a la casa).

Allí no había coches, ni sandwiches de nocilla con forma de idem. Aproveché para sacar platos de verdad, copas de cristal y comida de adultos, pero ninguna de las fotos que hice quedaron para la posteridad.

A pesar de ser la típica comida de cumpleaños a la que estoy acostumbrada desde niña, creo que la mayoría de las invitados no estaban muy acostumbrados a ese tipo de menú. Muchos niños no habían probado nunca el chorizo o la nocilla, aunque la verdad es que no dejaron ni las migas.

Una de las cosas que tuvo más éxito entre los niños no tan pequeños (mayores de 2 años) fueron los cuencos de palomitas. Encontré este imprimible en internet, lo imprimí, reforcé los cuencos con cartulinas de colores y los coloqué por las mesas.

Los niños se los llevaban de una habitación a otra y se los terminaron llevando a casa, junto con su respectivo coche de cartón y un bote de hacer pompas de jabón con dibujos de coches.

One charming party

Fue un día muy divertido, con muchos globos, comida rica y la casa llena de gente feliz. Y coches, muchos coches.

Uno de nuestros amigos nos sacó esta foto cuando ya quedábamos los de siempre. 

Pol ya estaba cansado de soplar las velas y la tarta (la segunda) más que a medias. 

¿Os habéis fijado en las velas de coches?

El año que viene prometo tener más cuidado con las fotos. No sólo por los detalles, sino por todas aquellas fotos que hice a los niños mientras disfrutaban con los coches, hacían pompas de jabón o se ponían morados a palomitas. Las fotos que recuerdan que todo fue divertido y perfecto, como debe de ser cualquier cumpleaños que se precie.

Por ahora, nuestro peque ya tiene más de dos años.

La foto que preparé para el primer año, la podéis ver aquí.

Nota.- 

Quiero agradeceros todos vuestros comentarios al post anterior. Todos vosotros y vuestro apoyo es como el mejor regalo de no-cumpleaños.

Hay días

Hay días que la vida me viene grande.

Los deberes desbordan a los quereres, las penas ocultan mis alegrías y las preocupaciones, que son muchas, no me dejan pensar con claridad.

Mi casa sigue siendo un campamento de cajas y bolsas. No encuentro el momento de sentarme tranquilamente, de pensar, de reflexionar como quiero que sea nuestro hogar y de lanzarme a crearlo.

Por mucho que lo intento y a pesar de las facilidades que hay en este país, no consigo cuadrar mi vida familiar y profesional. Siempre voy tarde, siempre voy corriendo y a veces me cuesta mandar mentalmente a la mierda a los que me cuestionan por dejar que mi hijo pase más tiempo del que ellos consideran normal en la guardería. (Si supieran a lo que se ven abocadas muchas familias en España, no sé que pensarían)

Eso sin contar la barrera idiomática y cultural. Esos momentos en los que algo que no entendiste bien convierte el día en una auténtica patata.

Vivimos lejos, muy lejos de las personas que queremos. Los aviones hacen que estemos a un paso, pero no lo suficientemente cerca para correr a dar un abrazo, ayudar cuando se necesita o siemplemente estar presente cuando sientes que tienes que estar. Últimamente esto se está convirtiendo en algo muy necesario, ¿alguién sabe dónde se compra un teletransporte?

Debo cartas, muchas. Esas a las que me comprometí alegremente al principio del año y luego no pude abarcar.

Todas ellas convirtieron el día que llegaron en algo especial. Algunas incluso me hicieron llorar. Aunque en esta casa de cuentos no lo parezca, yo también cargo mis penas, mis problemas y mis quehaceres y vuestras palabras de ánimo son como un bálsamo que me recuerda que a pesar de los pesares soy una persona muy afortunada.

Debo mails y llamadas. A amigos de siempre y a amigos de ahora. Cuando puedo nunca es la hora y cuando llega la hora siempre me pilla ocupada en algo más absorvente o simplemente se me olvida. No os olvido, simplemente soy un pequeño desastre.

Ya no os hablo de los proyectos que se me acumulan en la cabeza, de los viajes que querría hacer, de las personas que quiero y voy a conocer. No os hablo de lo que quiero aprender y emprender, de lo que me gustaría vivir y transmitir.

Y después de todo, cuando pasa el nubarrón, incluso después de la lluvia, me recuerdo a mi misma que YO soy MUY afortunada.

Que tengo trabajo, salud y una familia que me quiere y a la que quiero con locura.

Que no debería de lamentarme tanto por mi misma y que tengo que espabilarme y buscar soluciones a mis problemas.

Que debería estar más por los que me necesitan y me rodean, esos que no tienen trabajo, que les falla la salud o que tienen otros problemas mayores que los míos que les quitan el sueño.

Y recuerdo que todos los días son páginas en blanco, que existe el negro, pero también el arco iris y que la cosa es ponerse e intentar. Porque cediendo, dejando caer los brazos y no enfrentándonos a las cosas, siempre perdemos.

Y yo sólo quiero ganar, aunque sea alegrías como estas.

Este post no está escrito con ánimos de preocupar, ni de buscar comentarios que me palmeen la espalda. Está escrito para recordarme, y recordaros, que la vida no tiene que ser perfecta para que seamos felices, o al menos para intentarlo con fuerza cada día.

Hace tiempo una amiga, que entonces era virtual y ahora es muy real, me dijo que mi vida parecía muy rosa desde el otro lado y que al traspasar la barrera, yo no era exactamente como se había imaginado. Cada día, cada mañana, me levanto tratanto de hacer este mundo un poco más bonito, un poco más feliz. Las nubes pasan, aunque sean gordas y a veces se necesite ponerse a soplar para que salga el sol.

Son simplemente COSAS QUE PASAN.

Salta

El sábado, día 1 de Septiembre, celebramos la despedida de soltera de mi hermana pequeña.

Tiene la suerte de tener unas super amigas que se apuntaron enseguida a prepararle una mega fiesta y se desplazaron muchos kilómetros para pasar todo un día con ella. Eso no todo el mundo puede decirlo.

Como a mí no me van las despedidas de soltera al uso, les propuse organizar algo un poco diferente y aunque no me dio tiempo a preparar todo lo que tenía en la cabeza, creo que disfrutó de un día muy especial.

La fiesta empezó el viernes por la noche con un e-mail  que le pedía que estuviera preparada a las 10 de la mañana del sábado. La invitación empezaba muy modosita pero iba subiendo de tono para empezar a meterle el miedo en el cuerpo, que era lo que pretendíamos.

A las 10 de la mañana del sábado, sus amigas se presentaron en casa de mis padres a buscarla. Le pusieron un tutú rosa, una boa de plumas, una corona de princesa y un antifaz horterísimo de la muerte. Con las mismas y sin poder ver nada, la metieron en un coche y se dedicaron a darle vueltas por Zamora mientras ella no dejaba de preguntar dónde iban.

De eso no tengo fotos, ni sé mucha cosa. Las amigas son las amigas y estoy segura de que se echaron muchas risas.

Después de la vuelta y todavía con los ojos tapados, la llevaron a casa de mi otra hermana. En su bodega habíamos preparado un súper desayuno en el que no faltaba detalle.

No hay muchas fotos, lo siento. Estaba más ocupada en disfrutar y organizar que en hacer de fotógrafa  y si os soy sincera había tan poca luz, que tampoco habría salido gran cosa.

Además de comer, que es algo muy sano y necesario, habíamos preparado una par de cosas.

La primera fue prepararle un álbum con esos pequeños detalles que no podía olvidar una vez que estuviera casada. Iban acompañados de fotos y terminaron siendo tantas las cosas que no podía olvidar, que llenamos dos álbumes.



Ahora no podrá decir eso de no tengo tiempo de salir de fiesta con vosotras o escaquearse de los fines de semana con amigas. Todo ha quedado por escrito, asi que Laura, que no se diga.

No os tengo ni que contar que volé con la maleta llena de washi tapes, sellos y purpurina, así que quedó un álbum rebonito.

La segunda cosa que habíamos preparado era un pase de modelos. Mi idea inicial era haberlo hecho en una tienda de lencería, pero entre todas me quitaron la idea. No por mala, sino por difícil de llevar a cabo en una ciudad tan pequeña.

Yo imaginaba copas de cava, ropa interior lujosa, mucho glamour y risas y la verdad es que eso fue lo que tuvimos, aunque sin movernos de dónde tomamos el desayuno.

Compramos la ropa interior, la colocamos en perchas forradas y le pedimos que nos hiciera el pase de modelos.

Tengo fotos, sí, y sé que algunos las están esperando, pero dado que estamos en horario infantil, os lo vais a tener que imaginar.

Una vez elegido el conjunto de la noche de bodas, levantamos el campamento y salimos al aire libre.

La siguiente etapa era un picnic.

Comida rica, buenas vistas y mejor tiempo. Si lo juntamos con las mejores amigas y muchas risas, no hay restaurante que lo gane. (No me digáis que no es bonita mi tierra, ¿eh?)

Como el color favorito de mi hermana es el verde, preparé todo en torno a ese color. Además personalicé los cubiertos de cada una con washi tape. Los vasos y las copas llevaban el mismo distintivo para que cada una supiera cual era el suyo.

Por supuesto hubo tarta de cumpleaños y estaba buenísima.

Esos palillos de corazón eran para la tortilla, pero ninguna los quiso utilizar.  Eso si, quedaban monísimos en la tarta.

La fiesta no se había acabado todavía. Ahora llegaba el momento craft.

Después de mucho pensar qué es lo que podíamos regalarle que fuera original, útil y le hiciera ilusión, se me ocurrió que podíamos pintar entre todas una vajilla que pudieran utilizar a diario.

Así cada mañana cuando desayunen se podrán acordar de nosotras o según el caso, reirse un rato a nuestra costa.

Asi que mientras unas pintaban, las otras se dedicaban a terminar el álbum

O a posar para la posteridad

Yo había pensado currarme un photobooth, pero la verdad, no tuve tiempo, aunque con ese fondo, quien necesita decoración.

Estos son algunas de nuestras obras de arte.

Las guirnaldas fueron mi aportación, pero soy una fan del huevo frito de Marina. 

Después nos pusimos guapas y salimos de cena de postín y noche loca. Durante la cena tuvimos tiempo de echarnos unas risas con un cuestionario de compatibilidad que les habíamos hecho a ambos. Es curioso la cantidad de cosas que crees que sabes, pero no.

A pesar de todo la homenajeada pasó el examén con nota, así que sólo nos queda desearle lo mejor del mundo en su nuevo salto. Porque ella se lo merece todo.

Yo creo que se lo pasó bien, ¿vosotros qué creéis?

 

Edito para contaros las las marcas de los rotuladores para porcelana. Yo los compré en Helsinki, pero supongo que una búsqueda por internet puede ayudar.

El primero es de la marca Marabu . Según las instrucciones no precisa horno y lo pintado se puede meter en el lavavajillas.

El segundo es de la marca Pebeo y lo podéis buscar por Porcelaine 150. Igual que el anterior no precisa horno y también puede lavarse en el lavavajillas lo que pintéis.

Espero que os ayude y que pintéis mucho.