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Viajar con niños - ¿Locura o privilegio?

Desde que tengo uso de razón siempre quise conocer mundo. Ver cómo vivían otros, sentir otros aires, aprender cosas nuevas.

Mi madre tiene el mismo gusanillo, será porque mi bisabuela fue una trotamundos, así que siempre que podían, nos lanzábamos a la carretera a conocer parajes nuevos.

Al crecer, me costó mucho encontrar a una persona que compartiera mi "locura": un billete de ida, una mochila y dejar que la vida guiara tus pasos. Pero tuve suerte y desde que somos dos, hemos dejado que el virus de lo desconocido nos invadiera. Siempre era un buen momento para coger 4 cosas y viajar, aunque fuera a la vuelta de la esquina.

Long time ago - Namibia 2004

Tener niños no curó la enfermedad. Al principio decidimos ser cautos, al fin y al cabo lo desconocido se encuentra también al lado de casa. Limitamos los viajes al continente Europeo: distancias cortas, sistemas sanitarios fiables y estancias más o menos programadas.

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Así viajamos por Francia, Suecia, Finlandia, Estonia, Dinamarca, Grecia, Suiza, España y Portugal. Avión, barco, coche o bicicleta. Hotel, casa particular, apartamento o granja. Todo eso hemos recorrido con un bebé que ha ido creciendo con el tiempo hasta llegar a tener 4 años.

Y Pol nos ha enseñado una cosa: viajar con niños es vivir el lugar que visitas.

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No es posible hacer turismo: visitar todos los lugares de la lista, comer en todos los lugares cool que encuentras en internet, quedarte una hora mirando el mismo cuadro de un museo o andar cinco kilómetros de la ruta que te recomienda la guía de turno.

desayuno

Eso no. Pero si es posible hablar con la gente en el metro, comprar en un mercado, pasar la tarde en un jardín escondido compartiendo la merienda con otra familia que no habla ningún idioma compartido, ver un palacio como si fueras un caballero viviendo en él o redescubrir sabores u olores ya conocidos, pero que se han vuelto diferentes.

en la acrópolis

Porque viajar tiene que ver con vivencias, no con el número de cosas que tus ojos han visto, sino con aquello que realmente has sentido y que te acompañará el resto de tu vida.

Así que viajar con niños ha resultado cansado, pero altamente enriquecedor. Muy, muy recomendable.


felicidad

Alguna gente nos ha comentado que viajar con ellos es una pérdida de tiempo y dinero. Al fin y al cabo, ellos no lo recordaran cuando crezcan. Y yo creo que se equivocan.

Sé que Pol no recordará el templo de Wat Arun, ni hoy, ni mañana, ni dentro de tres años. Pero si recordará que hay monjes que visten de naranja y amarillo y no de negro y que hay que ser respetuoso cuando se entra a ciertos lugares que la gente considera sagrados. A veces guardando silencio, a veces quitándose los zapatos.

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Porque viajar nos dio la oportunidad de compartir la sombra con un monje que quiso pasar el rato hablando con Pol. Con un niño de 4 años con muchas preguntas, que en vez de templos ve habitaciones con historias pintadas en las paredes y señores gordos dorados sentados en el medio de una habitación casi vacía.

Y eso, eso no se aprende en los libros o viendo documentales en la tele, pero siempre puede volver a ver las fotos o mirar una postal para recordar otro templo dorado más que está en ese país que se llama Tailandia.

Porque sí, la tercera cosa que aprendimos viajando con Pol es que los niños viven y crecen en todas partes, que se adaptan fácilmente a todo y que disfrutan probando cosas nuevas o jugando con niños extraños.


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A veces nos limitan nuestros miedos, nuestros complejos, nuestros prejuicios para no salir de lo conocido o de lo que consideramos seguro para nosotros y para ellos y nos perdemos muchas cosas a nuestro alrededor.

Así que este año, no sólo Pol, sino Marc con sus ocho mesitos, pudieron disfrutar del calor Tailandés, climático y social. Y no nos arrepentimos ni un poquito de haber viajado con ellos, ni de haber roto la barrera psicológica de lo que considerábamos seguro.

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Porque viajando con sentido común, no hay fronteras ni diferencias, sólo otras personas, otros lugares, otras costumbres, distintos, pero cercanos que enriquecen los capítulos de tu vida.

Y seguiremos viajando, eso no nos cabe duda. ¡Hasta el infinito y más allá!


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Un día en el päiväkoti - El sistema educativo finés

Recibo muchos mails y muchos comentarios que me preguntan por el sistema educativo finés. Si os soy sincera, y aunque probablemente muchos padres se echen las manos a la cabeza, no soy una experta en su funcionamiento.

No me malinterpretéis, me importa mucho cómo es el lugar dónde mi hijo pasa el día, pero a sus 4 años estoy convencida de que lo mejor para él es tener tiempo para jugar, aire libre y sobre todo sentirse querido y aceptado.

La realidad es que así es exactamente como funciona.



Hasta los 6 años la educación no es obligatoria y los niños van al päiväkoti, que equivaldría a lo que en España llamamos guardería. Los grupos son heterogéneos y mezclan diferentes edades para que los pequeños aprendan de los mayores y los mayores aprendan a respetar y cuidar de los pequeños.

Aunque hay un programa de aprendizaje que suele estructurarse por estaciones, el día a día del niño es muy flexible.

Las maestras proponen una actividad y se sientan con los niños a pintar, a hacer manualidades o a cantar canciones, pero si el niño prefiere jugar a otra cosa, puede hacerlo sin ningún problema.

Pol hasta ahora no ha presentado muchos intereses artísticos, así que mientras sus compañeros pintan con los dedos, hacen collages con hojas o dibujan papás y mamás, él suele estar sentado aparte montando un puzzle, jugando con los animales o simplemente mirando lo que hacen los demás.



Nadie le obliga, ni le aturulla. No hay reglas, fichas, dibujos en los que uno no puede salirse de la línea o en los que adivinar de qué color hay que pintar las hojas. El niño aprende a su propio ritmo, desarrolla su imaginación y sus habilidades sin prisa, pero sin pausa.

Lo cierto es que el sistema funciona. Después de intentar por todos los medios que Pol quisiera dibujar, por eso de la importancia del saber coger un lápiz, cuando ya desistimos de tentarle, él sólo llegó un día a casa, se sentó en el suelo y se dedicó a llenar hojas y hojas de animales como los de Altamira.



Otra de las cosas que más me gustan es que pasan muchísimo tiempo al aire libre. No importa si llueve, nieva o hace frío, siempre pasan parte del día en el exterior, ya sea en su patio o de excursión por los alrededores. Visitan los mercados, van al teatro, hacen picnics en los parques y no se pierden casi ninguna exposición.



Cada semana nos llega un mail con lo que planean hacer y los horarios máximos para llegar a clase, porque sí, otra de las grandes ventajas es que no hay horario de entrada, ni de salida. A pesar de existir unas horas de apertura y cierre del centro, cada niño llega cuando sus padres quieren llevarle y se van cuando se les pasa a buscar. Si llegan antes de las 8 de la mañana pueden desayunar allí mismo, si no simplemente se unen a la actividad que estén haciendo en ese momento.



Lo que si es cierto es que según van creciendo, te sugieren unos horarios mínimos para que los niños no se pierdan las actividades más importantes y por muy flexibles que sean, hay que tener claro que a las 11:00 comen y sobre las 11:30 -12:00 tienen su horario de siesta y eso es totalmente sagrado.

Por supuesto no obligan al niño a dormir, pero si creen que debe de estar un tiempo en silencio, descansando y sin hacer nada. Yo odiaba dormir la siesta, pero no veo nada malo en un rato de tranquilidad y calma. Al cabo de un rato, si el niño no quiere dormir puede jugar en silencio hasta que se despierten los demás.


Todo esto que os cuento lo hacen bajo el cuidado de bastante profesorado. Los ratios van variando según las edades y las necesidades del niño. A la edad de 4 años, Pol tiene una profesora como encargada de un grupo de 8 niños y otras 3 profesoras están casi siempre disponibles, si no en la misma aula, si en la mayoría de las actividades o cuando están en el exterior.

Aunque esta claro que la calidad está en el interés de la persona, sus profesoras saben muchísimo de su personalidad, de sus puntos débiles y fuertes y de las mejores formas para apoyarle en su aprendizaje.

Como Pol tiene más problemas que sus compañeros con el idioma, siempre tienen fichas con dibujos para ayudarle a entender qué van a hacer en cada momento o cómo se llama esa fruta que está en la mesa y que él no quiere comer. Saben que es capaz de hacer sólo un puzzle de 100 piezas, pero que no hay manera de convencerle para que se ponga los pantalones del derecho (seguimos intentándolo).



Yo estoy muy contenta con el sistema, tanto que no echo de menos los deberes, los cuadernos de palotes, ni las ansias por aprender las letras y los números. Curiosamente sin haber hecho ningún esfuerzo Pol reconoce el abecedario en 4 idiomas y sabe contar hasta 100 en al menos dos.

Me gusta que aprenda jugando, que disfrute del camino. Sé que llegará el momento en el que tendrá que sentarse en un aula a escuchar, que no podrá pasarse la vida corriendo al aire libre sin preocupaciones, pero mientras esté en mi mano su infancia será lo que él quiera que sea y nosotros estaremos a su lado en este maravilloso viaje.

El Algarve tranquilo

Cuando decidimos ir al Algarve, lo elegimos por el clima y por la "cercanía" a Helsinki. Buscábamos calor en Octubre, buena comida y paisajes que descubrir.

El Algarve tiene todo eso y más, pero nos tiraba un poco para atrás encontrarnos con una zona turística, llena de jubiladetes extranjeros.


playa do Zavial

La zona Oeste del Algarve resultó todo un descubrimiento. A pesar de tener algún que otro núcleo turístico y alguna zona de urbanizaciones sin alma, todavía conserva ese aire de zona de pueblos al sol, campos de alcornocales y kilómetros y kilómetros de acantilados rocosos que bajan al mar en forma de calas increíbles.

playa-carrapateira

Como ya os conté aquí, nosotros nos alojamos en un valle en medio de la nada cercano a Carrapateira.

Carrapateira es un pueblo pequeño, habitado por surfetas y pescadores, con una plaza chiquita donde se concentran tres o cuatro bares y pasas las tardes muertas viendo pasar los coches por la carretera, leyendo un libro o tostándote al sol mientras estas de charleta con el de la mesa de al lado.

Casas en Pedralva - Algarve

Tiene varias playas, pero necesitas medio de transporte o buenas piernas y una gorra para llegar a ellas. A la mayoría de las playas de la zona se llega a través de plataformas y escaleras y Pol se volvió un trepador experto cuando llegaba la hora del baño.

subiendo

No pasamos mucho rato en la playa, porque a pesar de ser Octubre, el sol calentaba muchísimo y no nos parecía muy seguro pasar mucho rato con un bebé de tres meses recien cumplidos.

Buscábamos playas con "chiringuitos" cercanos, siempre recomendados y así podíamos disfrutar de las vistas, de la buena comida y al mismo tiempo darnos un chapuzón o dejar a Pol jugar sin que hubiera ningún peligro.


cataplana-de-pescado_Cosas-que-pasan-en-Helsinki


Las cataplanas de pescado o marisco son el plato típico de la zona, así que hicimos unas buenas catas para probar la mejor. Al final del post os recomiendo nuestro restaurantes favoritos, para que si vais por la zona podáis disfrutar de una buena comida.

Sagres - Arbol de crochet

No exploramos tanto como nos hubiera gustado. Viajar con un bebé tiene sus pros y sus contras y no nos apetecía pasar muchas horas con él en el coche, así que hacíamos excursiones cortas con paradas muy largas para que Pol pudiera jugar en algún sitio, mientras Marc dormía y comía a la sombra.

Una de nuestras exploraciones nos llevó hasta Pedralva, un pequeño pueblo recuperado para el turismo rural. Cuando nosotros lo visitamos estaba vacío, ni un alma, pero me imagino que en verano tiene que ser como los pueblos de antes, con los niños que juegan en la plaza, la gente en el bar y las cenas hasta altas horas en su pizzería, que es uno de esos restaurantes super recomendados de la zona.

Pedralva -Algarve

También estuvimos en el Cabo de Sao Vicente, pero aunque a Pol le encantó ver el Faro y corretear por la antigua fortaleza, estaba tan lleno de autobuses y gente que iba y venía que decidimos no parar mucho allí y seguir camino de nuestro pequeño paraíso.

Nos encantó la zona de Arrifana, cerca de Carrapateira, con su pequeño puerto de pescadores, sus caminos de madera sobre los acantilados y esas vistas infinitas al mar.

pescador


En definitiva, os recomendamos muchísimo la zona, preferentemente fuera de la época turística, porque el clima sigue siendo perfecto y la experiencia sin tanto agobio de gente es infinitamente mejor.

Sentir el viento en la cara, el olor a mar y saber que aunque no se vea, después de la última duna se esconde el infinito, es un verdadero placer para los sentidos.

El Algarve os espera.

Algarve





RESTAURANTES RECOMENDADOS

O SITIO DO RIO

Estrada da Praia da Bordeira - Carrapateira.

No tiene vistas al mar, pero el pescado fresco está increíblemente bueno.
Pol todavía se relame pensando en el pollo al grill.



ZAVIAL

Praia do Zavial - Raposeira

Con vistas al mar. Su especialidad es la cataplana de mariscos o pescado


PIZZA PAZZA

Pedralva.

No tuvimos la suerte de encontrarlo abierto, pero nos lo recomendaron tanto y el pueblo es tan especial, que no podemos dejar de recomendároslo.



O SITIO DO FORNO

Carretera interior de Carrapateira a Bordeira

Está sobre una colina de cara al acantilado, así que las vistas son espectaculares. El pescado fresco está buenísimo, a nosotros nos encantaron las sardinas. Se puede bajar hasta el pueblo de pescadores o disfrutar de la vista desde las plataformas de madera que dan al mar.

Monte da Vilarinha - Un hotel en el Algarve

No sé a vosotros, pero a mí el invierno me da ganas de viajar. De sacar las maletas del armario, llenarlas de cuatro cosas y carretera y manta.

Por eso anoche decidí volver virtualmente al Algarve portugués y enseñaros esta maravilla de hotel, recomendable para los que van en familia, en pareja, con amigos o solos.


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Como Marc llegó a finales de Junio, decidimos esperar un tiempo para empezar a coger aviones. Algún doctor nos dijo una vez que los oídos de los recién nacidos son muy sensibles y que cualquier cambio de presión puede provocarles grandes dolores, así que seguimos la regla de los 3 meses a rajatabla.

Buscábamos un sitio con buen clima a principios de Octubre y que no estuviera muy lejos, así que el Algarve nos pareció un plan estupendo, sobre todo si tenemos en cuenta que tenemos amigos por la zona.

Decidimos dividir las vacaciones entre la zona Oeste, más Atlántica, rocosa y no tan explotada y la Este, más cercana al Mediterráneo, más turística y no por ello menos bonita.

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Monte da Vilarinha está en la parte Oeste, en un valle en medio de montañas, a 5 minutos de un pequeño pueblo surfero, Carrapateira.

Se llega a él por un camino de tierra y aunque parece que está en medio de ninguna parte, las vistas son increíbles y la paz y tranquilidad te inundan desde el minuto que te bajas del coche.

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El hotel tiene 8 apartamentos con su cocina, su comedor y sus habitaciones. Hay apartamentos de 1 y 2 habitaciones y una casa que se puede alquilar por habitaciones, perfecta para grupos de amigos o familias gigantescas.

Nosotros no pudimos elegir apartamento porque ya estaba todo lleno, así que estuvimos en las Casas da Ribeira,  apartamentos con un sólo dormitorio, pero me hubiera encantado disfrutar de las Casas de Cima en lo alto de la montaña.

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La finca es enorme y perfecta para relajarse o para dejar desfogarse a los peques.

Tienen huerto propio, dónde cultivan casi todo lo que necesitan para cocinar las cenas que ofrecen como servicio de restaurante, un parque con columpios, toboganes y una casita de madera y millones de pequeños "oasis" dónde sentarte a descansar o a leer un libro.


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A Pol le encantaba explorar, subir y bajar por los caminos, las escaleras, acercarse al riachuelo o sentarse cerca de la charca.

Además tenían bicicletas para todas las edades y una sala llena de dvds, libros y juguetes para los más pequeños, sin contar con la piscina, de dónde nos costaba sacar a Pol por las mañanas.

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Aunque en el apartamento puedes preparar una buena comilona, el desayuno está incluido en el precio de la habitación.

Levantarse con el fresquito de la mañana y tomarte un zumo recién hecho, un café en condiciones y unos crepes o cualquier otra cosa que se te ocurra con unas vistas como estas es para mí el colmo del lujo y la sofisticación.

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Además no puede estar ubicado en una zona más bonita: kilómetros y kilómetros de costa rocosa y mar azul con pequeñas calas dónde darse un chapuzón o hacer surf hasta que cae la noche, pueblos pequeños de los que todavía tienen encanto, restaurantes y mercados llenos de comida rica, riquísima y campos infinitos de encinas y eucaliptos por los que corren los caballos o pastan las vacas.

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Uno de esos lugares para repetir una y mil veces, os doy mi palabra.


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Monte da Vilarinha
Vilarinha 
8670-238 
Bordeira

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