4 años

Hace cuatro años que llegué a Finlandia.

Dejé atrás una carrera profesional, amigos y por supuesto, familia.

Estaba segura de que no perdía ninguno de ellos y aunque al tema profesional hubo que darle una vuelta de tuerca, no me arrepiento ni un segundo de la decisión que tomamos.

En todo este tiempo he aprendido que los tiempos aquí no son los mismos.

El Otoño empieza en Agosto.

El Invierno llama a la puerta en Octubre y no se despide hasta Mayo.

La Primavera dura un suspiro. El tiempo suficiente para maravillarte mientras todo cambia del blanco y negro a toda una profusión de colores.

Finales de Junio es la mitad del Verano y hay que aprovecharlo al 100% para cargar pilas porque la oscuridad está a la vuelta de la esquina.

He aprendido que el frío es relativo y que todo es cuestión de la calidad de la ropa que lleves encima.

Llegamos dos y ahora somos tres.

Llegamos solos y ahora estamos rodeados de amigos.

Y durante casi todo este tiempo, vosotros nos habéis estado acompañando.

Este blog nació para contar a familia y amigos como nos iba la vida por tierras lejanas. Empezó después de una tremenda nevada y han caído muchas desde entonces.

Y una se sienta aquí, como cada Domingo, y no puede evitar hacer recuento. De lo qué he aprendido, de la gente que he conocido y sobre todo, de lo mucho que hemos vivido.

Me gustaría celebrarlo. Soplar las velas, comer pastel y abrir regalos.

Y como regalos no hay para todos y me encantaría regalaros algo, vamos a hacer un sorteo.

Dejar un comentario en este post y el domingo que viene una mano inocente seleccionará a dos de vosotros.

De regalo, os ofrezco dos opciones:

1. Una foto de las muchas que he sacado desde que llegamos aquí.

Cualquiera de las del blog o de las de mi cuenta de flickr,  siempre y cuando no sea familiar, claro está. Esas como dice la palabra, sólo son para la familia.

2. Una página tipo álbum con una o dos fotos vuestras, pero editadas por mí. 

Una página contanto una historia, cualquiera que sea vuestra historia.

Soplemos las velas juntos, que hay muchas cosas buenas que celebrar.

Notas.-
1. Para preparar este post he rebuscado fotografías de todas las épocas. La edición es nueva, pero es increíble todo lo que he aprendido a lo largo de este tiempo.
2. Soy consciente de que no soy fotógrafa de profesión, pero la fotografía ha sido lo que me ha hecho disfrutar mucho más profundamente estos 4 años. Esa es la razón del regalo elegido.

El club del tupper - Patatas rellenas

Este domingo por fin nos lanzamos al segundo reto del club del tupper.



Lucía fue la encargada de elegir el reto y escogió una receta de las que me gustan, de esas de mirar a ver que tienes en la nevera y terminar añadiendo todo a ojímetro.

Parece mentira que haya pasado tantos años dedicada al mundo de la química, para luego disfrutar cocinando a pulso, sin hacer mucho caso de las medidas en la receta.

En fin, vamos al tajo.

INGREDIENTES:

- 10 patatas medianas (nosotros cocinamos 4, dos para cada uno, que el peque dormía la siesta)
- 500 gr. de carne picada (para las 4 patatas utilizamos unos 200 gr. y sobró un poco)
- 2 cebollas.
- Vino blanco
- Azafran
- Una pastilla de Avecrem.

Lo importante de la receta son las patatas. No pueden ser enormes, porque tardaríais siglos en cocinarlas, pero tampoco enanas, porque al fin y al cabo tienen que ir rellenas.

A nosotros nos costó encontrar un tamaño adecuado. Aquí les encantan las patatas tamaño mini y tuvimos que rebuscar bastante en el cajón para encontrar el tamaño adecuado.

Lo primero, el RELLENO:

Cortamos la cebolla pequeña

Nosotros la elegimos morada por capricho, pero por supuesto la cebolla blanca de toda la vida también vale.

y la rehogamos en la sartén con un poco de aceite a fuego lento.

Una vez que esté transparente se añade la carne, se salpimenta y se dora hasta que pierda el color rojizo.



Ya está, relleno listo. Ahora a VACIAR las patatas.

Para ello utilizaremos un vaciabocados. Yo lo compré en IKEA, pero supongo que en España hasta los chinos lo venden.

Hay que cogerle el truco a la herramienta, más que nada porque si te descuidas te quedas sin patata.

El truco del almendruco es no hacer el giro completo. Una vez que has dado 180 grados, tiras hacia afuera con suavidad y poco a poco, patata vacía.

Mi madre, que es una experta cocinera, siempre dice que las patatas para guisar hay que rasgarlas y no cortarlas, así que seguro que esa manera de vaciarlas ayuda a que estén más ricas.

(Perdóname mamá, sé que no es tu palabra exacta, pero tantos idiomas raros me dejan la cabeza como un bombo)

Siguiendo los consejos de Lucía nos abrimos una buena botella de vino para darnos ánimos mientras cocinábamos. 

Por si os interesa era un Brunus 2008 del Montsant, uno de esos vinos que valen infinitamente más de lo que cuestan.

Una vez vacías, hay que RELLENARLAS. Cuanta más carne, más ricas, así que apurar con el vaciado al máximo.

Para tapar el agujero utilizaremos una (o varias, dependiendo del tamaño del agujero) de las tapas de las patatas.

Para que no se salgan las pasamos por harina y huevo antes de cerrar el orificio.

¿Os habéis fijado en el pedazo de agujero que les hice a las patatas? Ya os dije que el tema del vaciado tenía su miga.

Para la futura SALSA de las patatas, cortamos una cebolla en gajos y la sofreímos en la cazuela en la que vamos a cocer las patatas. Fuego bajo, para que no se nos queme y se haga poquito a poco.

En una sartén aparte, marcamos las patatas, o lo que es lo mismo, les damos una pasada por la sartén hasta que nos queden doraditas. 

Tampoco hace falta que las dejéis eternamente, cuando veáis que tienen un poco de color, ¡a la cazuela!

Ahora ya le damos los toques finales: una pizca de azafrán, más unas cuantas vueltas para que el guiso coja el olor y el color de la especia y  un buen chorro de vino blanco. ¡Sin miedo!, que el alcohol se evapora sin problema, pero sin que las patatas floten, claro.

El azafrán es de Indonesia. Lo compramos durante la luna de miel en un mercado a pie de carretera.

El toque final lo da una pastilla de avecrem disuelta en un poco de agua. ¿La cantidad de agua? Pues dependerá del número de patatas. Para que os hagáis una idea, las patatas tienen que estar casi cubiertas de líquido, pero sin flotar.

Ponéis la tapadera y a disfrutar del vino y la compañía durante 20 o 25 minutos.

Dos cosas más:

1. Nosotros le añadimos el resto de las patatas a la cazuela. Se hacen en la misma salsa y están buenísimas, pero podéis hacer otras cosas con ellas. Se me ocurre que fritas y con  ali oli tienen que estar de muerte.
2. A la salsa no le añadimos sal.La pastilla de caldo y el vino ya le dan el toque salado que necesita.

RESULTADO:

Un plato sencillo, buenísimo y que admite muchas interpretaciones.

Esta vez seguimos la receta casi, casi en todo, pero mientras cocinábamos se nos ocurría que un ajo en el sofrito del relleno y alguna otra verdura (champiñones, calabacín, berenjena) le hubieran venido de lujo.

Para la próxima vez quiero rellenarlas de chipirones en su tinta y sólo de pensarlo ya se me está abriendo el apetito.

En definitiva, que os recomiendo que la probéis y nos contéis como os ha ido. Nosotros ya hemos incorporado una receta más a la dieta familiar.

El trineo

La semana pasada empezó a nevar.

Nevaba por la mañana

y nevaba por la noche.

Nevaba.

 

Así que este fin de semana cuando salimos a pasear, tuvimos que volvernos a casa porque las calles estaban impracticables para la silla de Pol.

Probamos la alternativa de llevarlo andando, pero mira, fíjate en ese coche, voy a ver si me subo a esa montaña, tenía pinta de que no íbamos a llegar ni hasta la esquina.

 

Así que sacamos el trineo.

 

Y después de unas bajadas decidimos tomarnos un café.

 

Aparcamos a la puerta y pasamos un rato agradable.

Pol habló con todo el mundo, les contó como se lo había pasado, a su manera, esa que nadie entiende, pero que es un gusto escuchar.

Me hubiera encantado enseñaros el café por dentro.

El Regata es definitivamente uno de los lugares más pintorescos de Helsinki. Aparece en las guías turísticas pero siempre está lleno de locales. Gente que se toma su café al volver de hacer esquí de fondo. Machotes que disfrutan del sol del norte en la terraza, aunque fuera estemos a -10 ºC.

Pero otro día será. El peque tenía sueño y tuvimos que reemprender el paseo.

 

Otro día os invito a tomar un café.  Mientras tanto aquí os dejo la leche.

 

Este fin de semana

tenía muchos planes en mente:

1. Cocinar las patatas rellenas del club del tupper.

Lucía ya colgó la receta y yo estaba dispuesta a ponerme manos a la obra, pero no hemos encontrado el momento para ir a buscar patatas de un tamaño decente para rellenar.

Pincha el dibujo para ver la receta.

2. Comprar un trineo y salir a deslizarnos por la nieve.

Ver la cara de Pol jugando con la nieve merece las culadas que estoy segura nos vamos a dar todos.

3. Salir a hacer fotos y enseñaros lo bonito que es el invierno por aquí.

Esta foto la saqué desde la oficina de mi despacho. Esto es todo lo cerca que mi cámara y yo hemos estado de la nieve.

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Las cosas prácticas nos han mantenido tan ocupados que finalmente nuestro fin de semana se resume así:

Ven, súbete a la cama que te cuento un cuento.

Este es nuestro libro favorito últimamente: La Natura, ilustrado por Marion Billet. 

Las ilustraciones son geniales y en cada página hay un botón secreto reproduciendo sonidos de la naturaleza.

Hiper recomendable.

Si mamá recoge yo también quiero:

Ahora que ya no hay cajón que se nos resista, el mejor juguete es el cajón de los cubiertos.

Lo he llenado de tapas, cubiertos de plástico y utensilios de madera.

El paraíso.

Dormimos la siesta:

Aunque hay millones de días que me quedo dormida mientras trato de dormirle, 

esta vez es mi autorretrato para mis 52 momentos con mami. 

El estaba dormido, yo iba y venía mientras buscaba la imagen perfecta de lo que suele ser, pero esta vez no era.

Vaya, otra vez se ha hecho de noche.

¿Nos tomamos un café?

Perdonar la falta de inspiración. Las musas me han abandonado momentaneamente, espero, mientras me dedico a cosas mucho, mucho más prácticas.

52 momentos

Ahora mismo terminan las vacaciones y yo todavía no había pasado por aquí para desearos Feliz Año, preguntaros si habíais sido suficientemente buenos o simplemente decir hola.

Debo mails y cartas, pero como hay todo un año sin estrenar por delante, prometo cumplir con todas y todos (al menos lo intentaré).

Lo que si cumplí es terminar mi proyecto "52 semanas con Pol".

Una foto, por lo menos, por semana del peque.

El collage lo he hecho con Bighugelabs, una herramienta muy cómoda para hacer collages rapidito.
En mi carpeta de flickr hay muchas más fotos: tomas falsas, otros ángulos o imágenes que no quería dejar de recordar.

Mientras preparaba el collage resumen  no podía dejar de sonreír recordando tantos y tantos momentos. 

El set completo lo podéis visitar aquí: 52 semanas con Pol

Soy de las que empiezo con fuerza pero me cuesta acabar, así que estoy orgullosa de haber llegado aquí, semana tras semana y deseosa de volver a empezar.

Además me he dado cuenta de que pocas veces salgo con él delante de la cámara: en 52 fotos, sólo en 2 y una es familiar.

Para remediarlo, mi 52 semanas de este año será dedicado a eso: a nuestros momentos juntos.

Esta es la primera foto:



¿Os apuntáis?

Os aseguro que aunque a veces cueste un poco, la recompensa es de las que vale mucho la pena.