Vivir en un país extranjero te abre la mente a otras costumbres, a diferentes puntos de vista, a otras cosas.
Al principio todo te parece extraño, falto de lógica y hasta gracioso.
En esta entrada: "Va de niños", os contaba algunas curiosidades, que sea dicho de paso y después de llevar aquí casi tres años, ya no me parecen tan extrañas, ni tan faltas de lógica.
La de hoy, tiene que ver con la elección del nombre de tu futuro bebé, elección difícil, si tienes en cuenta que será su carta de presentación para toda la vida.
En nuestro caso, buscábamos nombres que no sólo nos gustaran, sino que fueran faciles de pronunciar y de escribir en varios idiomas.
Al principio todo te parece extraño, falto de lógica y hasta gracioso.
En esta entrada: "Va de niños", os contaba algunas curiosidades, que sea dicho de paso y después de llevar aquí casi tres años, ya no me parecen tan extrañas, ni tan faltas de lógica.
La de hoy, tiene que ver con la elección del nombre de tu futuro bebé, elección difícil, si tienes en cuenta que será su carta de presentación para toda la vida.
En nuestro caso, buscábamos nombres que no sólo nos gustaran, sino que fueran faciles de pronunciar y de escribir en varios idiomas.
Esta es la habitación de Pol.
Todavía no está terminada, pero para que se vaya haciendo al maravilloso mundo de las letras,
le hemos puesto un abecedario de animales rodeándola.
La explicación es sencilla. Antes de que yo naciera mis padres realizaron el mismo ejercicio de búsqueda del nombre perfecto. Ya lo tenían decidido, pero a última hora mi padre cambió de opinión y decidieron ponerme el nombre de mi abuela materna: "Concha". (Gracias papi)
Me encanta mi nombre y no me lo cambiaría por nada del mundo, pero tiene asociados diversos inconvenientes.
Cuando yo nací, al final de la dictadura de Franco, todavía no era posible ponerle a tu hijo ningún nombre que no fuese: español, de un santo o de una virgen. Por eso hay en España tanto nombre compuesto con María: Jose María, María José, María de las Mercedes o el maravilloso nombre que aparece en mi carnet de identidad: "María de la Concepción."
El nombre del carnet de identidad da para múltiples interpretaciones, así que cada uno decide como quiere llamarme:
Me encanta mi nombre y no me lo cambiaría por nada del mundo, pero tiene asociados diversos inconvenientes.
Cuando yo nací, al final de la dictadura de Franco, todavía no era posible ponerle a tu hijo ningún nombre que no fuese: español, de un santo o de una virgen. Por eso hay en España tanto nombre compuesto con María: Jose María, María José, María de las Mercedes o el maravilloso nombre que aparece en mi carnet de identidad: "María de la Concepción."
El nombre del carnet de identidad da para múltiples interpretaciones, así que cada uno decide como quiere llamarme:
- "Concepción", como mi profesora de matemáticas del colegio;
- "Conchita", cómo casi toda mi familia en mi infancia, y ¡mira que lo odio!;
- "Concha", como me llama mi familia más directa y algunos amigos,
- "María", como se empeñan en llamarme en Finlandia o,
- "Conchi", que fué el que elegí yo para presentarme y librarme del estigma de "Conchita" cuando salí de casa para ir a la Universidad.
Hasta ahora no parece muy grave, al fin y al cabo todo español que se precie sabe que María de la Concepción equivale al menos a esas 5 posibilidades, por lo que no hay que dar explicaciones a nadie.
Ahora, sal al extranjero.
Primero, en España, además de nuestro nombre usamos nuestros dos apellidos (uno del padre y otro de la madre). Fuera de España utilizan uno y van que chutan, así que imaginaros lo que ocupa mi nombre en una tarjeta de visita: "María de la Concepción Apellido1 Apellido2".
La primera vez que recibí un mail de un alemán decía: "Querida Sra. Apellido2" y yo pensé: "se ha equivovado de persona". Pero él pensó: "madre de diós, estos españoles estan pirados. Menudos nombres tan largos les ponen a sus hijos". (Obviamente para él mi primer apellido era parte de mi nombre)
La primera vez que recibí un mail de un alemán decía: "Querida Sra. Apellido2" y yo pensé: "se ha equivovado de persona". Pero él pensó: "madre de diós, estos españoles estan pirados. Menudos nombres tan largos les ponen a sus hijos". (Obviamente para él mi primer apellido era parte de mi nombre)
Claro, que luego llegas tú y les dices: "no, no, María de la Concepción Apellido1, no, llámame Conchi" y claro, les hundes.
Porque no saben escribirlo, porque no saben pronunciarlo y peor, porque tienen que acordarse de que cada vez que te busquen en el listín, María Concepción equivale a "Conchi" y eso es definitivamente mucho pedir.
("Y si, "Concepción" significa lo que estás pensando y no, no se escribe "conception", como en inglés y no, a mí no me hace tanta gracia como a tí")
Pero si ya es difícil asociar y recordar mis nombres, ahora piensa cada vez que necesito pedir un billete de avión: "Si, si, señorita ya lo sé, sólo cabe mi nombre y la primera letra del apellido. Si, si, ya sé que pueden ponerme problemas en la aduana. Hasta ahora he tenido suerte, pero que quiere que haga, no lo puedo cambiar".
Y cuando recibo un paquete en el extranjero o una carta: "si, si, Sr. Cartero, es que en España Conchi es lo mismo que María de la Concepción. Que si, que el paquete es para mí, que no, que no estoy tratando de suplantar a nadie, de verdad".
Por suerte creo que ya me conozco a todos los trabajadores de Correos de Helsinki y ya no me ponen cara rara cuando voy a recoger un paquete que no va a mi "nombre".
Eso cuando no me topo con argentinos. Entonces si que empieza el recochineo (si no sabes por qué y lo quieres saber, pincha aquí).
En Helsinki descubrimos una pescadería que la lleva una argentina muy simpática. Después de preguntarme cómo me llamaba y de la sonrisa correspondiente, me rebautizó "Virginia", otro nombre para añadir a mi lista.
Porque no saben escribirlo, porque no saben pronunciarlo y peor, porque tienen que acordarse de que cada vez que te busquen en el listín, María Concepción equivale a "Conchi" y eso es definitivamente mucho pedir.
("Y si, "Concepción" significa lo que estás pensando y no, no se escribe "conception", como en inglés y no, a mí no me hace tanta gracia como a tí")
Pero si ya es difícil asociar y recordar mis nombres, ahora piensa cada vez que necesito pedir un billete de avión: "Si, si, señorita ya lo sé, sólo cabe mi nombre y la primera letra del apellido. Si, si, ya sé que pueden ponerme problemas en la aduana. Hasta ahora he tenido suerte, pero que quiere que haga, no lo puedo cambiar".
Y cuando recibo un paquete en el extranjero o una carta: "si, si, Sr. Cartero, es que en España Conchi es lo mismo que María de la Concepción. Que si, que el paquete es para mí, que no, que no estoy tratando de suplantar a nadie, de verdad".
Por suerte creo que ya me conozco a todos los trabajadores de Correos de Helsinki y ya no me ponen cara rara cuando voy a recoger un paquete que no va a mi "nombre".
Eso cuando no me topo con argentinos. Entonces si que empieza el recochineo (si no sabes por qué y lo quieres saber, pincha aquí).
En Helsinki descubrimos una pescadería que la lleva una argentina muy simpática. Después de preguntarme cómo me llamaba y de la sonrisa correspondiente, me rebautizó "Virginia", otro nombre para añadir a mi lista.
Por eso, comprendéis nuestro interés en buscar un nombre sencillo y fácil de pronunciar y escribir (después de un año intercambiando e-mails con un compañero, todavía no ha logrado pillar que mi nombre no se escribe "Conki". A veces, cuando no se puede, no se puede)
Y este es el nombre elegido.
Y si, sabemos que en otros idiomas se escribe de otra manera y que significa otra cosa, pero nos gusta, y eso es lo que importa.
Aquí dormirá sus primeros meses. Con la colcha que le ha hecho y pintado su abuela
y el conejo que le han regalado mis compañeros de trabajo.
En mi segunda entrega de "La importancia de llamarse Ernesto", os contaré el sistema Finlandés de llevar a cabo tan importante tarea. Pero eso, eso será otro día.