Ey, nos vamos de vacaciones.
Estamos hartos de cielos grises, de lluvia y de llevar chaqueta,
así que nos vamos al Sur a disfrutar de buenas comidas, largas siestas y muchos ratitos juntos.
¡Nos vemos a la vuelta!
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En el Westend
Mientras en el sur de Europa habéis disfrutado de temperaturas altas y mucho, mucho sol, aquí hemos ido teniendo tiempo otoñal día si y día también.
El fin de semana pasado, el sol por fin apareció y el viernes aprovechamos para tomar el sol en una terraza a la salida del trabajo.
En el Korjaamo puedes disfrutar de un concierto en vivo y en directo, mientras te tomas unos cócteles buenísimos y el peque corre y juega sin problemas de coches. Es un sitio que nos encanta, aunque ahora estemos obligados a seguir el horario infantil (no se admiten menores a partir de las 9. Terraza incluída)
¿Parece que hacía buen tiempo, eh? Pues no, los Finlandeses se ponen manga corta al más mínimo rayo de sol y así es cómo iba Pol vestido y os aseguro que no somos nada exagerados.
El Domingo el día no había mejorado demasiado, así que decidimos salir a estirar las piernas a algún lugar con mucho verde y cerca del mar.
La primavera pasada descubrimos el Westend, un barrio residencial a sólo 5 minutos en coche de Helsinki, donde las casazas de diseño conviven con playas de roca, pequeñas bahías de arena y mucho, mucho verde.
A parte de la playa de arena con su chiringuito, que tanto disfrutamos el año pasado,
tienen varios caminos señalizados, que recorren el archipiélago a ras de mar y que si los mosquitos te dejan, son una verdadera maravilla.
Así que para allí nos fuimos los tres y mientras yo hacía fotos de flores,
Pol se dedicaba a su último pasatiempo favorito, escalar.
Hasta que vimos el mar.
No hay nada que le guste más a este niño que meterse corriendo en el agua
y si papá está cerca para enseñarme los barcos, mejor que mejor.
Luego llega el tiempo de contar historias y aunque seguimos sin decir muchas palabras entendibles, callar, no callamos.
Se está tan agustito, que papá se tumba a tomar el sol. "Bueas oches" dice Pol.
Si, Pol, es hora de volver a casa. Y esto es lo que dejamos atrás.
El fin de semana pasado, el sol por fin apareció y el viernes aprovechamos para tomar el sol en una terraza a la salida del trabajo.
En el Korjaamo puedes disfrutar de un concierto en vivo y en directo, mientras te tomas unos cócteles buenísimos y el peque corre y juega sin problemas de coches. Es un sitio que nos encanta, aunque ahora estemos obligados a seguir el horario infantil (no se admiten menores a partir de las 9. Terraza incluída)
¿Parece que hacía buen tiempo, eh? Pues no, los Finlandeses se ponen manga corta al más mínimo rayo de sol y así es cómo iba Pol vestido y os aseguro que no somos nada exagerados.
El Domingo el día no había mejorado demasiado, así que decidimos salir a estirar las piernas a algún lugar con mucho verde y cerca del mar.
La primavera pasada descubrimos el Westend, un barrio residencial a sólo 5 minutos en coche de Helsinki, donde las casazas de diseño conviven con playas de roca, pequeñas bahías de arena y mucho, mucho verde.
A parte de la playa de arena con su chiringuito, que tanto disfrutamos el año pasado,
tienen varios caminos señalizados, que recorren el archipiélago a ras de mar y que si los mosquitos te dejan, son una verdadera maravilla.
Así que para allí nos fuimos los tres y mientras yo hacía fotos de flores,
Pol se dedicaba a su último pasatiempo favorito, escalar.
Hasta que vimos el mar.
No hay nada que le guste más a este niño que meterse corriendo en el agua
y si papá está cerca para enseñarme los barcos, mejor que mejor.
Luego llega el tiempo de contar historias y aunque seguimos sin decir muchas palabras entendibles, callar, no callamos.
Se está tan agustito, que papá se tumba a tomar el sol. "Bueas oches" dice Pol.
Si, Pol, es hora de volver a casa. Y esto es lo que dejamos atrás.
"bueas oches"
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Arigato
A veces las cosas parecen más difíciles de lo que son y en realidad son sencillas, sencillas.
La encargada del reto de este mes ha sido María, que muy valientemente decidió que ya estábamos listas para dar un paso más en el camino de la alta cocina.
Como yo era de las que pensaba que el sushi, como la paella, hay que dejárselo a los expertos, me fui al súper poco convencida pero decidida a traerme a casa todos los ingredientes. ¿Vosotros sabíais que el sushi lleva mayonesa? Yo no.
En este país muchas variedades de pescado fresco no hay, pero salmón de mil tipos y maneras. Eso sí, cuando vayáis al pescadero, dispuest@s a hacer el sushi de vuestra vida, pedirle que os corte de la parte de delante del pescado, que parece ser que es lo que yo debía haber hecho si me hubiera visto estos vídeos (1 y 2) antes de salir de compras.
Me traje un kit de sushi por eso de si era un desastre, así que la próxima vez tendremos que hacer acopio de lo siguiente:
Lo primerito que hay que hacer es quitarle el almidón al arroz, para que quede apelmazado y no se nos escape cuando montemos el maki sushi.
Para eso hay que lavarlo con mucho mimo varias veces.
Una vez listo, hay que cocerlo. Nosotros seguimos a rajatabla lo que nos iba diciendo el amigo de "Oriental y tal", así que se cuece en la misma cantidad de agua que arroz estemos preparando.
Os aseguro que queda mazacote, consistencia apta para construir catedrales.
Ahora llega el momento de aderezarlo con el azúcar y el vinagre de arroz. Como no teníamos hanguiri de bambú, utilizamos un molde para tartas de Lekué.
Eso pasa con el sushi, o eso me han contado, porque el fin de semana pasado, mientras yo coordinaba y andaba de un lugar para otro, Jaume se puso el traje de chef y nos deleitó con este maravilloso sushi.
La encargada del reto de este mes ha sido María, que muy valientemente decidió que ya estábamos listas para dar un paso más en el camino de la alta cocina.
Como yo era de las que pensaba que el sushi, como la paella, hay que dejárselo a los expertos, me fui al súper poco convencida pero decidida a traerme a casa todos los ingredientes. ¿Vosotros sabíais que el sushi lleva mayonesa? Yo no.
En este país muchas variedades de pescado fresco no hay, pero salmón de mil tipos y maneras. Eso sí, cuando vayáis al pescadero, dispuest@s a hacer el sushi de vuestra vida, pedirle que os corte de la parte de delante del pescado, que parece ser que es lo que yo debía haber hecho si me hubiera visto estos vídeos (1 y 2) antes de salir de compras.
Me traje un kit de sushi por eso de si era un desastre, así que la próxima vez tendremos que hacer acopio de lo siguiente:
Lo primerito que hay que hacer es quitarle el almidón al arroz, para que quede apelmazado y no se nos escape cuando montemos el maki sushi.
Para eso hay que lavarlo con mucho mimo varias veces.
Una vez listo, hay que cocerlo. Nosotros seguimos a rajatabla lo que nos iba diciendo el amigo de "Oriental y tal", así que se cuece en la misma cantidad de agua que arroz estemos preparando.
Os aseguro que queda mazacote, consistencia apta para construir catedrales.
Ahora llega el momento de aderezarlo con el azúcar y el vinagre de arroz. Como no teníamos hanguiri de bambú, utilizamos un molde para tartas de Lekué.
El molde es súper recomendable para hacer tartas.
La base es de cerámica y cuando lo desmoldeas te queda presentado lo que sea que cocines.
Como hay que enfriarlo un poco mientras se añade el vinagre, utilizamos un abanico que teníamos por casa. El pobre anda aburrido sin poder quitar otros calores, ya que el verano no acaba de llegar.
Ahora llega el momento de cortar,
y montar. Primero una bola de arroz que se extiende por toda el alga.
La comida quedó de repetir. La próxima quizás hasta yo me anime a enrollar, aunque tengo que reconocer que mi sushi preferido es el que va con más pescado crudo.
Este lo tomamos para desayunar después de visitar el mercado del pescado de Tokyo. ¡Buenísimo!
¿Hace un paseo para bajar la comida?
Sayonara.
No hay que cubrirla entera, es mejor dejar aproximádamente un centímetro libre para que podamos cerrar el alga sin problema. Después le añadimos el relleno.
Mi maestro cocinero favorito demostrando que no hace falta ir a Japón para tener sushi de calidad.
Mientras tanto, yo corría por la casa a salto de mata, aquí duermo al peque, allá recojo la ropa, espera no vayas tan deprisa que me falta esta foto. Multitarea, que se llama.
Y a última hora decidí hacer algo para la mesa (para que no se dijera que yo no había colaborado).
Mientras tanto, yo corría por la casa a salto de mata, aquí duermo al peque, allá recojo la ropa, espera no vayas tan deprisa que me falta esta foto. Multitarea, que se llama.
Y a última hora decidí hacer algo para la mesa (para que no se dijera que yo no había colaborado).
Sé que más que un barco, hubiera quedado mejor una grulla, pero no me daba tiempo a buscar cómo se hacía y no me digáis que no quedan monísimos para colocar los palillos.
Modelo chapuza femenino.
Origami al fin y al cabo.
Modelo masculino
La comida quedó de repetir. La próxima quizás hasta yo me anime a enrollar, aunque tengo que reconocer que mi sushi preferido es el que va con más pescado crudo.
Este lo tomamos para desayunar después de visitar el mercado del pescado de Tokyo. ¡Buenísimo!
¿Hace un paseo para bajar la comida?
Sayonara.
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