Estas Navidades, Jaume me hizo uno de los mejores regalos que una pueda imaginar: un fin de semana largo en París para aprender de una persona muy especial, Álvaro Sanz.
Como cuando te recomiendan mil veces una película, iba un poco asustada de que el curso me pudiera decepcionar, demasiadas expectativas puestas en un único fin de semana, pero puedo deciros sin ningún lugar a dudas que he vuelto inspirada, emocionada y con la seguridad de que ahora sé un poco más de ese gran mundo que es la fotografía.
Álvaro es una persona creativa y con una gran sensibilidad, pero también es muy responsable y un gran comunicador, algo importante cuando lo que buscas es aprender.
Me declaro fan de su forma de enseñar, entre lo académico y lo vivido. Alguna vez en mis aprendizajes pasados eché de menos el enfoque más científico de la fotografía, deformación profesional, sin duda. Curiosamente, los libros no me ayudaron, me ofrecían teoría pero no tenían alma, y para mí la fotografía es emoción, no una combinación de números y lentes.
Álvaro se aproximó a la teoría a través de la práctica y del arte. Por las mañanas, antes de que mi ojo mirara por el visor de la cámara, mi cerebro científico procesaba lo que había aprendido la noche anterior y lo mandaba al corazón, o al órgano que sea que convierte lo que veo en sentimientos. Y se operaba la magia.
Escuchándole me dí cuenta que yo no fotografío lo que hay, sino lo que veo. Descubrí que tiendo a modificar la realidad ligeramente para contar una historia, mi historia.
Descubrí que quiero ser mejor fotógrafa y me reafirmé en mi propósito de hacer más cosas que me gusten y menos cosas que otros esperan.
Es una suerte aprender de gente que inspira con todo lo que hace y yo he tenido esa suerte.
Desde aquí os recomiendo que si os gusta viajar, si os gusta vivir y tenéis predilección por las cosas bonitas y sencillas, no dejéis pasar la oportunidad de aprender de Álvaro Sanz. Es un verdadero placer.
Gracias Jaume por hacerlo posible y gracias a Mö por enseñarme de la forma más simple que la teoría no siempre hace las cosas más perfectas.
En breve, aquí, mi París.