Me enamoré de la ciudad caótica que era, a pesar de la suciedad en las calles, del aire húmedo y pegajoso y del no saber muy bien si el taxi o el autobús que habías cogido te llevaban a dónde tu creías que ibas o te iban a dejar en medio de ninguna parte.
Recuerdo con mucho cariño sus calles, sus gentes, su comida, sus puestas de sol y el mar más azul que he visto en toda mi vida. Amor del bueno.
Todos son buenos recuerdos de aquella época de fiesta continua y trabajo día y noche sin fijarse en las agujas del reloj. Por eso, cuando nos planteamos ir a Grecia de vacaciones, aún sabiendo que Atenas en Julio es el infierno, no podía dejar la oportunidad de parar a visitarla y de enseñársela a mis chicos. Llamarme loca, es el amor.
Atenas ha cambiado mucho en estos 15 años. Las cafeterías dónde yo me sentaba a ver pasar la gente ya no están, no vimos motos cargadas de familias de 5 personas con sillas en la cabeza y empieza a haber parkings de verdad en el centro de la ciudad y no solares abandonados dónde dejar tu coche y las llaves a merced del chico que lleva el solar.
Me sentí un poco perdida, sin reconocer del todo los sitios en dónde había vivido tantas cosas, como esas veces en las que sientes un deja vú y sabes que has estado allí en otra vida, pero no terminas de reconocer muy bien por dónde andas. Lo que si es verdad es que mi amor por esa ciudad no ha cambiado ni un poquito.
Me alucina ver tanta historia en tan reducido espacio. Saber que mires dónde mires, miles de personas pasaron antes por ahí y contribuyeron un poquito a la vida que vivimos hoy.
Me encanta el carácter de la gente, abierto, amable sin llegar a ser agobiante como un poco más al sur, en la otra cara del Mediterráneo.
Pol vivía encantado el hecho de que la gente le hablara en otro idioma, le tocara, le preguntara y yo me preguntaba cómo esta gente del norte dónde vivimos llegó a perder la noción de que los sentidos demuestran el cariño.
Vivíamos encantados con los cambios de tono, con los apretones de manos, los olores de especias, los sabores de las comidas y los colores cálidos y chillones por todas partes. ¡Abajo el minimalismo!
Vivíamos encantados con los cambios de tono, con los apretones de manos, los olores de especias, los sabores de las comidas y los colores cálidos y chillones por todas partes. ¡Abajo el minimalismo!
No hay muchas recomendaciones que dar de un sitio en el que prácticamente todo merece la pena. Sobre todo porque nosotros sólo pasamos 3 días justitos y eso no te da ni para raspar la superficie.
Nos compramos la entrada combinada para visitar las ruinas del centro y jugamos a imaginar qué gente pasaba por sus calles, qué vendían en ese o aquel puesto o cómo de largo podíamos saltar de una piedra a otra. Excavamos, acarreamos arena y buscamos todas las sombras que las piedras y los árboles nos podían dar.
Nunca 12 € dieron para tanto, creerme.
Si hay algo que os puedo recomendar es el nuevo museo de la Acrópolis. Un museo moderno, fácil de visitar y que te enseña a entender lo que pasó allí a lo largo de los tiempos.
Yo, que no soy nada de museos, creo que merece la pena pasar por allí antes de visitar la acrópolis y de paso aprovechar para desayunar o comer en su restaurante. Todo un placer.
A Pol le resultó muy divertido encontrar todos los animales en cada sala y disfrutamos de todo el museo. Supongo que para él lo más divertido fue la entrada, dónde saltamos, jugamos y adivinamos qué eran las ruinas que había debajo.
Cómo me gusta veros así, tan felices. Vuestra felicidad es mi felicidad.
ResponderEliminarQue padre viaje hiciste, me llamo la atención que ya extrañaban las muestras de cariño jaja... Y te felicito tu familia es muy bonita! Salen muy bien los tres en la foto. Saludos desde la ciudad de Querétaro, México.
ResponderEliminarhttp://brendaquezada25.blogspot.mx/
Conchi que gozada de post y de fotos, se os ve felices que bien!!! me ha gustado mucho mucho el post.
ResponderEliminarBesos
Qué fotos más divertidas las de Pol con su papa! Asi da gusto viajar! Dan ganas de ir alli con el primer vuelo disponible!
ResponderEliminarSe ve que lo habéis disfrutado al máximo. Las fotos son preciosas. Un besazo, guapa.
ResponderEliminarFotos incriveis!!
ResponderEliminarFamilia incrivel! ;)
Fantásticas fotografías, transmiten felicidad.
ResponderEliminarBesos.
| Harmony and design |
Qué fotos más bonitas! Yo también recuerdo Atenas como una ciudad caótica, pero a pesar de todo me pareció una gran ciudad. Un abrazo!
ResponderEliminarqué lindas fotos!!! y qué buen viaje, parece que ha sido breve pero muy intenso!!!
ResponderEliminarsiempre he tenido muchas ganas de conocer Grecia y después de tus post aún he quedado con más! muchas gracias por este "viaje" :))
ResponderEliminarque familia tan linda sois y cómo me gustan tus post de viajes... gracias Conchi!!
ResponderEliminarHola, el otro día acabé en tu blog no sé desde dónde y por aquí me quedo gracias!
ResponderEliminarUna descripción perfecta!
ResponderEliminarPor cierto los niños se lo pasan bomba viajando! la única pega es que puede ser un poco estresante para los padres, pero ellos tan felices, al menos es lo que a mí me toca ; )
Yo siento lo mismo con Creta, donde viví 4 meses hace 5 años. He vuelto ya dos veces y siempre se me hace extraño, muy extraño. En Atenas estuve unos días por trabajo en 2007 y supongo que ahora habrá cambiado también mucho. El Museo entonces lo estaban construyendo, así que si algún día vuelvo, iré a verlo.
ResponderEliminarMe han encantado las fotos, la de las frutas es maravillosa.
Yo si soy mucho de museos y llevo a mis niños desde que son bebés. Les cuento alguna historia interesante (a Sofía basicamente algo de princesas), juego a que localicen cosas en los cuadros o a que descubran una obra concreta... Seguro que el nuevo museo de la Acrópolis me encantará.
ResponderEliminarGracias por compartir tus experiencias!
Conoci a mi pareja hace 12 años en Atenas. Siempre será especial para mi. Que bonito este post y que recuerdos me trae...
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