Aprovechando a tope

Ha llegado el verano (en fecha y en clima, esperemos que por mucho tiempo) y estoy en la cuenta atrás de mis días en libertad (el miércoles de la semana que viene empiezo definitivamente a trabajar).

Estoy exprimiendo al máximo estos días y tengo muchas cosas que contaros, pero será otro rato porque el sol me está llamando a gritos y quiero hacer la prueba de si puedo salir en piernas (o sea, sin medias y con falda) y sandalias.

¿Quizás es demasiado exagerado?

Os lo contaré en la próxima entrega.

Mientras tanto os dejo con fotos sueltas de estos días.

Hanko, un pueblo al lado del mar con casas de colores

Las casas tienen jardines preciosos y el aire olía delicioso.

Comimos al aire libre, más por cabezonería que porque hiciera muuucho calor.
Elegimos el pescado (también por cabezonería) porque aquí si te sales del salmón, el éxito es bastante dudoso.

Este era el embarcadero de una de las zonas de casitas. Se llegaba por un camino entre ellas.
Parece que este no se usa mucho.

Con esta vista nos tomamos un helado.
Ibamos bien abrigados, porque aunque había sol estaba subiendo la niebla y el aire era helador.

Esta es de regalo. Es la puesta de sol de nuestra imporvisada celebración de San Juán.
Hacía tan bueno, que cenamos de picnic. Había mucha gente que pensaba lo mismo.

P.d.- L@s que tanto sufrís con el sol y el calor, disfrutarlo. No sabéis lo mucho que se echa de menos cuando no se tiene.

Si lo seguís odiando (como mi querida mami o mi querida Lena), veniros para acá (seguimos durmiendo tapados hasta las orejas).