El tiempo de un embarazo

Pues si, hoy nuestro pequeño cumple 9 meses, el tiempo que se supone dura un embarazo.

Y te pones a pensarlo y el tiempo no corre, vuela.

Parece que era ayer cuando trataba de llenar mis horas de paseos, películas y libros porque el peque no acababa de llegar. Esperando, pensando que cada pequeño dolor podía ser el comienzo de su llegada.

Pol estaba encantado en la barriga de mamá: pierna arriba, pierna abajo, ahora me coloco, ahora me vuelvo a subir. Diez días se sumaron a la espera. Y si, ya sé que la salida de cuentas es una fecha estimada, pero cuando tienes tantas ganas de verle la carita, de abrazarle y de decirle bajito lo mucho que le quieres, los días se te hacen eternos y cualquier pequeña cosa te hace coger la maleta y salir volando al hospital.

No lo hicimos. Esperamos pacientemente a que llegara el momento y cuando ya no pude más, cogimos la maleta y salimos hacia el hospital.

Recuerdos tengo muchos.

El primero, de agradecimiento.

Cuando das a luz en un idioma que no es el tuyo, en un país en el que la gente tiende a ser distante, objetiva y un poco fría, la comprensión, la amabilidad, la paciencia, el ánimo y el cariño se valoran mucho más que en ocasiones normales.

Las tres matronas que me atendieron a lo largo del parto hicieron que todo fuera lo más sencillo y confortable posible. Nos cuidaron, nos alimentaron y nos explicaron todas las opciones posibles para que decidiéramos como queríamos actuar en cada momento.

La última de ellas, la que primero vio la carita de Pol, implicó tanto a Jaume que hasta se le olvidó que no quería ver cómo salía el niño y terminó cortando el cordón umbilical.

Pienso en ella y recuerdo sus brazos llenos de moretones,algunos míos, causados por mamás que empujaban con fuerza para terminar cuanto antes la última etapa y empezar una nueva vida.

El segundo, de complicidad.

Saber que a tu lado hay una persona que te apoya, que no se mueve de tu lado aunque no haya comido, aunque realmente no sepa muy bien qué hacer y en qué puede ayudarte. Que te sujeta cuando viene el dolor de subida y te hace reír cuando va de bajada. Una persona a la que no le importa que te quedes dormida mientras la anestesia hace su efecto y que, cuando pasa y llega el momento de empujar, te anima y te dirige como el mejor entrenador personal que se precie.

Esa persona que, sin palabras, sólo con mirarle a la cara, te dice todo lo que necesitas saber. Que todo esta bien, muy bien. Que trae sus cinco deditos en cada mano, que llora buscando la vida y que es guapo, muy guapo. Tan guapo como todos los niños lo son para sus padres.

El tercero, de amor.

Un amor y una alegría como nunca había sentido.

Cuando después de tanto dolor, de tanta espera, te colocan a tu bebé en el pecho, el amor te inunda como una cascada y es una sensación tan increíblemente fuerte que no hay palabras que puedan describirlo.

Así me quedé yo, sin palabras. Durante más de 10 minutos sólo podía llorar de alegría y repetir sin poderlo creer: "Mi bebé, mi bebé"

Mi bebé. Mi bebé que ya tiene 9 meses.

Que quiere comerse el mundo, explorar, entender cómo funcionan las cosas y hacer música con todo lo que se encuentra a su alrededor.

Mi bebé que sonríe siempre, que ríe mucho y que cada día me hace más feliz.

9 meses de tiempo que pasan a diferente velocidad.

Cosas de las matemáticas del amor.

Supongo.

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Hace un tiempo el blog Ropa bebé me invitó a participar en un concurso en su blog. No creo que haya fecha mejor para contaros como mi bebé llegó al mundo.

¿Me contáis vuestra mejor llegada?