Solos (o casi)

Hemos pasado el fin de semana en Fiskars, un pueblo a 1 hora de Helsinki.

Aquí, como en cualquier otro lugar del mundo, cuando hay cuatro días seguidos de vacaciones la gente sale de las ciudades. La diferencia es que aquí no se van a la playa o a pasar los días a un hotel.

Aquí el 99% de la finlandeses se va a su möki, o sea, a su casa en el campo. El möki, con otro 99% de probabilidad, estará como mínimo a un kilómetro a la redonda de cualquier vecino y con un acceso al agua cercano, ya sea un río, un lago o el mar, que aquí agua no nos falta.

Los buzones se alinean en las carreteras, pero muchas veces no ves las casas a las que pertenecen.

Nosotros, que no tenemos möki que valga, nos marchamos a un hotel y tuvimos todo un pueblo para nosotros solos.

No esperé para sacar la foto. 

Sólo Jaume, Pol y yo paseábamos por la calle después de las 4:30,

hora a la que absolutamente todo estaba cerrado.

Es un pueblo relativamente pequeño, al menos turísticamente hablando. Una calle comercial, dónde todo son tiendas y algún que otro café

y otra calle que da al museo de la fábrica. Museo que todavía no hemos llegado a visitar.

Me pregunto si la señal es decoración, o realmente el peluquero del pueblo atiende en el medio de la nada.

Pero como siempre, no hay nada cómo salirse de los caminos marcados para encontrar el alma de los sitios.

Y hasta si tienes suerte,  un poco de su gente.

Ahora ya sabemos con seguridad que la Primavera está en camino.

¿No me digáis que no es mágico poder ver como las hojas nacen a cámara lenta? 

Así es la Primavera en este país. ¡Un milagro!

Os dejo con las vistas al lago. Bien abrigaditos, es del tipo de vistas que te dejan como nuevo.




(Las fotos van de tétricas a tremendamente luminosas, porque así fue el tiempo del fin de semana.


El pueblo nos recibió el Viernes con tremenda nevada, el Sábado parecía que el sol iba a salir y hoy, Domingo, hemos tenido un día increíble. 


Ya se sabe. En la variedad está el gusto)